Capítulo 88

Traicionado por la Sangre

Lydia estaba parada fuera de la oficina de Caín, con la mano en el pomo de la puerta, lista para entrar cuando una figura pasó corriendo junto a ella.

Era Avery.

Tenía el rostro sonrojado, los ojos enrojecidos, y aunque trataba de ocultarlo, Lydia vio las lágrimas deslizándose por sus mejillas. Las manos de Avery temblaban mientras se limpiaba apresuradamente la cara, sus pasos apresurados e inestables.

—¡Avery! —llamó Lydia, pero Avery no se detuvo. Ni siquiera miró atrás. Su figura se desvaneció por el pasillo.

Lydia suspiró, sacudiendo ligeramente la cabeza. No necesitaba preguntar qué había sucedido. Ya tenía una buena idea, y le revolvía el estómago.

Empujó la puerta y entró en la oficina. No esperaba esto, pero cuando entró, sus ojos se posaron en Cain, quien caminaba de un lado a otro por la habitación, su rostro contorsionado por la ira.

—¿Alfa Cain? —preguntó Lydia, aunque ya podía sentir la tensión en el aire.