Capítulo 90

Traicionado por la Sangre

Habían pasado dos días desde que Cain le gritó. Dos días de silencio, dos días evitando su presencia como si su vida dependiera de ello. Avery se aseguraba de no estar cerca de él—nunca en la misma habitación, nunca respirando el mismo aire. Se había convertido en una maestra en deslizarse por los pasillos sin ser notada y encontrando razones para mantenerse ocupada en lugares que Cain raramente frecuentaba.

Pero la diosa claramente tenía otros planes para ella.

Desafortunadamente para ella, fue asignada a limpiar los aposentos de Cain durante toda la semana. Era como una maldición, como una broma cruel—un castigo enviado por la diosa misma. ¿Qué otra explicación podría haber? Después de la discusión con Cain, el pensamiento de estar en su habitación hacía que su pecho se apretara de temor.