Traicionado por la Sangre
El gran salón estaba vivo con el murmullo de la conversación y las notas distantes de un violín tocando una melodía suave y dulce. Las arañas doradas bañaban la sala con una luz cálida, parpadeando contra los suelos de mármol. Esta noche, Vehiron celebraba, y el Festival de la Luna había comenzado.
Kendra descendió la escalera, su vestido brillando como oro líquido bajo la luz de la araña. Cada paso que daba era elegante y grácil. A su lado, Carol llevaba un vestido verde oscuro que se ajustaba a su figura mientras se dirigían hacia el festival.
En el momento en que entraron al salón, los labios de Kendra se curvaron en una sonrisa maliciosa.
—Todo está listo —murmuró suavemente.
Carol la miró de reojo.
—¿El aceite?
Kendra respondió con un murmullo:
—Estará en su comida esta noche. Solo una gota, y será mío —sus ojos brillaron con triunfo—. Ni siquiera se dará cuenta de lo que está pasando hasta que sea demasiado tarde.