Traicionado por la Sangre
Cain se despertó antes de que el sol hubiera salido por completo. Su brazo descansaba sobre la cintura de Avery, su cuerpo presionado contra él, su respiración constante llenando la quietud de la habitación. No se movió al principio, solo se quedó mirándola.
Sus dedos apartaron un mechón de cabello rebelde de su mejilla, su toque ligero, casi vacilante. Se veía pacífica así, inconsciente de la manera en que él la observaba, absorbiendo la suavidad de su expresión.
Sus ojos se abrieron de repente, una pequeña sonrisa se posó en su rostro. —¿Qué estabas haciendo, Alfa Cain? —preguntó.
Él simplemente arqueó una ceja. —¿Por qué? ¿No puedo mirar a mi compañera ahora? —preguntó, y ella bajó la cabeza tímidamente. Sus ojos aún pesados por el sueño. Había sentido su presencia incluso mientras dormía, y cuando abrió los ojos, no se sorprendió demasiado al verlo mirándola.