Traicionada Por La Sangre
Selena se detuvo justo en las grandes puertas negras del palacio, un suspiro agudo escapó de sus labios mientras se bajaba la capa. Frente a ella estaban los guardias del palacio examinando a cada visitante antes de permitirles entrar.
La vista de las puertas le revolvió el estómago, un fuerte contraste con la última vez que había estado aquí cuando aún tenía el favor del rey.
Tomando un respiro lento, se acercó al guardia apostado en la entrada. Apenas le dirigió una mirada cuando ella susurró:
—Pájaro.
Su rostro mostró reconocimiento y le dio un breve asentimiento. Sin decir otra palabra, giró sobre sus talones y se alejó.
Selena se obligó a permanecer quieta, ignorando el ansioso latido de su corazón. No era tan tonta como para pensar que esto sería fácil.