Capítulo 169

Traicionado por la Sangre

La habitación estaba en silencio excepto por la respiración lenta y laboriosa del hombre encadenado en el centro de la habitación.

Cain había descubierto la sala de torturas que Hugh mantenía para su propio entretenimiento, y no le sorprendió. El bastardo la había escondido bien, oculta debajo de la mazmorra principal, un lugar donde solo sus secretos más depravados se pudrían. En el momento en que Cain la vio, olió el persistente aroma a sangre y sufrimiento, y tomó su decisión.

El hijo de Hugh sufriría aquí.

Dean colgaba allí, con los brazos estirados y atados al techo, sus piernas encadenadas separadas. Su cuerpo estaba cubierto de moretones, cortes profundos y quemaduras, evidencia de horas de tormento. Su rostro era apenas reconocible—hinchado, ensangrentado, manchado de lágrimas secas y suciedad.

Cain permanecía en las sombras, observando. Frío. Distante. Hirviendo de rabia.