Traicionado por la Sangre
La sonrisa burlona de Kendra se hizo más profunda. —Bien.
Avery cuadró sus hombros, ignorando la forma en que los guerreros reunidos murmuraban entre ellos. La emoción en el aire era inconfundible.
Miró a Lydia, cuyo ceño se había fruncido aún más. —¿Estás segura? —murmuró Lydia en voz baja.
Avery asintió una vez. —Puedo manejarlo.
Lydia se cruzó de brazos, mirando con furia a Kendra. —No te contengas solo porque sea más pequeña que tú.
—Oh, ni lo soñaría —Kendra sonrió dulcemente, entrando al campo de entrenamiento.
Avery exhaló, estirando sus extremidades antes de dar un paso adelante. Kendra era más grande, más experimentada y claramente confiada. Pero Avery había entrenado bajo Cain y Lydia. Había soportado horas agotadoras de combate, de dolor, de aprender cada debilidad que tenía y agudizar sus instintos. Podía hacerlo.
Se encogió de hombros, sacudiendo sus manos antes de ponerse en posición.
—¿Reglas? —preguntó.