Rudo, como prometido

(Advertencia: Contenido para adultos)

—¡Phoebe! —bramé, con las manos firmes en las barandillas de la escalera mientras la seguía.

Pero ella me ignoró, aferrándose a su vestido sin mirar atrás.

La observé quitándose los pendientes, el collar y las pulseras que le había regalado a través de su doncella, Miranda.

No se detuvo ahí, volviéndose y arrojándolos sobre mi cuerpo.

—También puedes llevarte esto. Avísame cuando hayas terminado con tu amante de abajo —se burló, mirándome con desprecio.

Sin embargo, cuando se dio la vuelta y estaba a punto de alejarse, corrí tras ella.

Ella se volvió, me vio y no se detuvo, sino que corrió lo más rápido que pudo por los pasillos hacia su suite.

—¡Phoebe, deja estos juegos ahora! —ordené, pero ella no obedeció, ignorando a las pocas doncellas que pasaban junto a nosotros, todas con expresión confundida.

Finalmente, llegó a su suite, pero antes de que pudiera abrir las puertas, la alcancé y la agarré por el codo derecho.