El aire en el campo de entrenamiento era tenso. Una amplia explanada rodeada por una cúpula de energía translúcida protegía a los cadetes de interferencias externas. Varios monitores flotaban alrededor, mostrando desde ángulos distintos a los equipos que se reunían. En el centro, el instructor Reigs, un hombre de porte firme con cabello gris —aunque joven— y un parche negro sobre el ojo izquierdo, observaba a los cadetes con una expresión implacable.
—Esto no es un simulacro —dijo, proyectando su voz con una claridad escalofriante—. Las anomalías han estado aumentando. Y si quieren sobrevivir en este mundo, tendrán que aprender a trabajar en equipo. Hoy, será su primera prueba real.
El murmullo general se apagó.
—Cada equipo será lanzado en un entorno distorsionado creado por una anomalía artificial. El objetivo es recuperar el Núcleo del Punto Roto antes de que el tiempo se agote... o antes de que la anormalidad los consuma.
Varios cadetes tragaron saliva. Otros se tensaron. Uno de los instructores al fondo tomaba notas con atención, mientras otro monitoreaba los dispositivos de transmisión.
Reigs levantó la mano y comenzaron a aparecer proyecciones de los equipos.
Equipo A: Lauen Trevors, Sari Kellen, Brom Yatcha, Milka Ternes y Jino Vost.
Equipo B: Izeo Varneth, Mirea Arlon, Kiry Lunn, Dalen Vorec y Elun Daz.
Equipo C: Hyen Blare, Noma Kress, Ulven Darks, Silia Krow y Tem Vould.
Mirea entrecerró los ojos al ver el grupo del equipo A. Conocía a Milka Ternes, y no se llevaban particularmente bien.
Izeo, por su parte, mantenía una expresión firme. No podía evitar buscar con la mirada a Lauen, quien desde la distancia le hizo un gesto leve, algo entre "te estoy observando" y "confío en ti".
Kiry, nervioso como siempre, susurró:
—Espero que el lugar no tenga mucho polvo... o voy a prenderle fuego a alguien por accidente.
Dalen bufó.
—Concéntrate, relámpago con patas.
Elun no dijo nada. Su libro flotaba, pasando las páginas solo.
Reigs siguió hablando.
—Los entornos se generan a partir de residuos de energía de anomalías anteriores. Esperen distorsiones de espacio, ilusiones, criaturas y eventos sin explicación lógica. Está prohibido rendirse. No es una opción real.
Más de uno palideció ante esas palabras.
—Inicien protocolo de transmisión dimensional —ordenó uno de los instructores.
Una luz azulada comenzó a envolver a los equipos. Izeo sintió un tirón en el pecho. El suelo bajo sus pies se volvió líquido y el cielo giró. De pronto, ya no estaban en el campo.
Aparecieron en medio de un bosque ennegrecido por una niebla densa y rojiza. El aire olía a ozono y madera podrida. Venas de energía extraña recorrían los árboles como si estuvieran vivos.
Kiry casi estornudó, pero se tapó la nariz a tiempo.
—Bien —dijo Izeo, activando su comunicador de brazalete—. Vamos a movernos en formación cruzada. Mirea, a mi lado. Dalen, escudos al frente. Elun, mantente atrás con invocación preparada. Kiry... intenta no electrocutarnos.
—¡Oye!
Una sombra cruzó entre los árboles. Todos se tensaron.
Mirea desenfundó su arma de manoplas encantadas.
—Primera anomalía visual detectada.
—Vamos a probar si funcionamos como equipo —murmuró Izeo.
Y entonces, la criatura salió de entre los árboles. No tenía forma fija, su cuerpo se movía como si estuviera hecho de lágrimas flotantes. Un ojo blanco se abrió en el centro de su masa.
El combate había comenzado.
[Continuará...]