Me acerqué acercando al caballero de cuerpo esbelto, avanzando lentamente con la vista nublada, el cuerpo magullado y cubierto de cortes.
Mi armadura de tela negra, ahora hecha jirones y empapada en sangre, apenas se mantenía unida a mi cuerpo.
El caballero, de cabellos grises y cejas feroces, parecía un hombre de alto linaje.
Cuando estuve lo suficientemente cerca, giró su rostro hacia mí.
Sus ojos grises, profundos como tormentas, me atravesaron con una sed de sangre que casi me hizo caer de rodillas.
Mis manos comenzaron a temblar, mis piernas flaqueaban, y el aire a mi alrededor parecía haberse vuelto más pesado, intentando asfixiarme.
Pero no titubeé.
No podía simplemente quedarme mirando cómo mataban a alguien por mi culpa.
Además, estaba demasiado cansado para huir... y no sabía exactamente a dónde ir.
De pronto, me encontré en medio de Svend y el caballero. Aunque el miedo recorría mi cuerpo, mis ojos no vacilaron.
Detrás de él, el lago, y en su orilla, la criatura que antes me había parecido un ser de terror, ahora yacía partida por la mitad, con sus órganos escurriéndose y su sangre carmesí tiñendo el agua de rojo intenso.
Finalmente, el caballero rompió el silencio:
—¿Vas a sacrificarte por alguien como él? —preguntó, con un matiz de desprecio en la voz.
—No —respondí.
Vi, de reojo, cómo Svend abría los ojos, mirándome como si yo hubiera clavado un cuchillo en su espalda.
Me encogí de hombros, fingiendo indiferencia.
—Puedes matarlo si quieres —dije, señalándolo con el pulgar, y una sonrisa descarada en el rostro.
—Pero...
—¿Podrías alcanzarlo antes de que yo corte tu cuello?
El caballero me miró desconcertado, como si no supiera si debía atacarme o reírse.
Y entonces, soltó una carcajada.
—¡Pfff, hahahaha!
se sujetó el estómago mientras reía, haciendo la escena aún más sombría.
Me quede quieto, con el corazón encogido, esperando su próximo movimiento.
Entre la risa, se apartó la mano de los ojos para mirarme.
—¡Has cambiado, Desmond!
"¿Me conoce?"
—¡Bien! ¡Como quieras! ¡Cúbrelo si puedes!
En un instante, el suelo tembló. Las hojas, el pasto, incluso el agua del lago se agitaron con el poder que emergía del caballero.
Un aura azul comenzó a envolverlo mientras desenvainaba su gran mandoble de la espalda.
La espada medía metro y medio, pero rodeada de esa energía azul resplandeciente, parecía de cinco metros.
Eché una mirada rápida hacia Svend, desmayado y vulnerable.
"Puedo huir aún. Puedo abandonarlo... solo sé su nombre..."
Pero yo fui quien lo metió en esto.
Por más miedo que tenga, no puedo construir mi éxito sobre la caída de otros.
No es lo que mi mamá querría.
Solté un largo suspiro. Tomé la espada con ambas manos, separé los pies en una postura firme y me preparé.
Entonces, el mandoble descendió.
Como un rayo que parte el aire, el golpe cayó con brutalidad.
Levanté la espada sobre mi cabeza y ambas armas chocaron con un estruendo ensordecedor.
El peso era abismal, como si un gigante cayera sobre mí.
Mis piernas temblaron, rezando por no romperse bajo la presión.
Tosí sangre, mi nariz sangraba, y apenas podía sostenerme.
No podía retroceder... no sabía si Svend sobreviviría.
Pero estaba seguro de algo:
Quiero sobrevivir.
Quería ver de nuevo a Lucas.
Quería abrazar a Ana.
Quería volver a casa, a los brazos de mamá.
No iba a morir aquí. No aún.
—¡AAAAAHHH!
Grité y empujé con todas mis fuerzas.
Algo en mi hombro se rompió, mi tobillo flaqueó, pero desvié el ataque, que cayó al suelo produciendo una nube de polvo.
Cuando el polvo se disipó, vi el corte inmenso que surcaba la tierra y los árboles.
Mi espada estaba agrietada, al borde de romperse.
El caballero, implacable, levantó su mandoble una vez más.
Tomé aire profundamente, aferrándome a mi espada.
El aire olía a sangre.
El polvo flotaba suspendido.
Svend apenas respiraba detrás de mí.
La mirada del caballero era como un abismo de muerte.
Todo se volvió lento.
Me lancé hacia él con la espada rozando el suelo.
Cuando mi cuerpo herido gritó de dolor, realicé un corte horizontal en dirección a su mandoble antes de que bajara por completo.
Mi espada brilló con una luz dorada en el último momento.
Se estrelló contra el mandoble azul en un impacto devastador que generó una onda expansiva.
"Si no puedo vencer en fuerza, la reduciré."
El caballero frunció el ceño, y su fuerza flaqueó apenas.
El mandoble fue desviado, y cayó pesadamente a un lado.
Mi espada, sin embargo, no soportó más y se hizo añicos en mil pedazos.
"¡Mierda!"
Pero no importaba.
Era mi oportunidad.
Apreté el puño que aún podía mover, corrí hacia él y golpeé su rostro.
Su nariz comenzó a sangrar. Vi una pizca de miedo en sus ojos.
Golpeé de nuevo.
una vez.
Y otra vez.
Mi cuerpo estaba roto, mi vista se apagaba, pero seguía adelante.
No sabía si Svend estaba vivo. Solo existía el enemigo frente a mí.
Un cuarto golpe falló; el caballero esquivó y me golpeó con su puño de acero.
un golpe desesperado, que aterrizó en mi nariz, destrozándola, robándome la visión.
Retrocedí tambaleándome, pero no caí.
Me enderecé.
El caballero, de espaldas, intentó recoger su espada.
"Tu espada será tu perdición, maldito."
Con el brazo colgando y el cuerpo destrozado Corrí, arrastrando mis piernas. me lancé sobre él.
Lo empujé de hombro, haciéndolo caer de cara al suelo.
vi el terror en sus ojos.
Le golpeé el rostro antes de que se cubriera.
Una.
Dos.
Tres veces.
No sabía si gritaba.
No sabía si respiraba.
Golpeé.
Y golpeé.
Otra vez.
Mi cuerpo gritaba.
Mi visión fallaba.
Pero yo seguía.
Partí su nariz.
Hundí su cráneo.
La sangre y el barro se mezclaban entre mis dedos, cubriéndome como una segunda piel.
—¡Muérete, hijo de puta! —grité, golpeándolo con mi cabeza cuando mi brazo se negó a seguir moviéndose.
Seguía.
Hasta que no quedó nada más que una masa irreconocible.
Y entonces...
Entonces, una voz débil rompió mi frenesí:
—…Bill... basta...
Era Svend.
Miré el cadáver.
O lo que quedaba de él.
Levanté la mirada hacia el cielo.
Las estrellas brillaban sobre la oscuridad de la noche.
Mi cuerpo cayó al suelo con un golpe seco.
—Sí que fue un día largo... —susurré mientras cerraba lentamente los ojos.
[Has matado a un caballero de camelot]
[¡nueva habilidad disponible!]