—Casi me mata. Y Gabriel ni siquiera tiene miedo de su propio padre. Si hubiera sabido que Amelie estaba aquí, nunca habría venido —dijo Alex mirando a su beta, Zander, que estaba de pie con el sobre de medicamentos.
—No podrías haberte escapado de mí, Alex —dijo Gabriel, empujando la puerta para abrirla. Detrás de él estaba Karmen con su aspecto sereno.
Gabriel entró mientras Zander bajaba la mirada, dando un paso atrás. Por otro lado, Alex le pidió a Gabriel que no se acercara más a él. Se preguntaba si ni siquiera el príncipe mayor podría detener a Gabriel. Miró las manos de Gabriel, que estaban vacías.
—Te dije que nadie podría salvarte de mi ira, Alex —dijo Gabriel.
—Por favor, no hagas esto. Te lo suplico —Alex juntó ambas manos.
—Limpia la imagen de Amelie. Di en tu manada que mentiste sobre ella. Además, no le digas a nadie dónde está Amelie. Si lo haces en un día, puede que te perdone y te deje vivir —Gabriel expuso su condición.