Un aroma almizclado

Amelie deambulaba por la lujosa boutique, sus dedos rozando las delicadas telas de los extravagantes vestidos exhibidos en los maniquíes.

Los brillantes bordados y el intrincado trabajo de cuentas llamaron su atención, encontrando cada vestido más exquisito que el anterior.

Dejó escapar un suave suspiro, absorbiendo la grandeza de la tienda, cuando una conversación en voz baja llegó a sus oídos.

Al girarse ligeramente, encontró a Gabriel sentado en un lujoso sillón, con una pierna casualmente cruzada sobre la otra. Una copa de cristal llena de alcohol descansaba en su mano. Giraba la bebida lentamente, observándola con una mirada tanto observadora como penetrante.

—Te tomarán las medidas —dijo—. Creo que deberíamos diseñar un vestido completamente nuevo para ti, uno que destaque entre los demás. —Sus ojos violetas brillaron mientras tomaba un sorbo lento, sin apartar la mirada de ella.