Te elegiré a ti y a Noa

—Eres demasiado bueno conmigo —dijo Amelie suavemente, bajando la mirada—. A veces me pregunto si alguna vez seré tan buena contigo.

Gabriel soltó una risita mientras arrojaba su camisa al cesto de la ropa sucia.

—El amor no se mide, Ame. ¿Nadie te lo había dicho? —bromeó, acercándose a ella—. Piensas demasiado en esa cabecita tuya.

Amelie hizo un puchero, cruzando los brazos.

—No estoy midiendo el amor —murmuró entre dientes.

Gabriel se inclinó ligeramente, rozando sus dedos contra su mejilla.

—Entonces deja de pensar tanto.

Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios justo cuando él dijo:

—Salgamos a cenar esta noche.

—Claro —respondió ella rápidamente, animándose—. Pero solo si vamos al lugar que yo elija.

—Pero no conoces muchos lugares en San Ravendale —dijo Gabriel.

—Bueno, he estado investigando un poco —declaró Amelie con una sonrisa confiada—. Pero no te diré el nombre del lugar todavía, será una sorpresa.

Gabriel arqueó una ceja, intrigado.