Cuando Amelie se apartó, miró fijamente los ojos violetas de Gabriel. Sus manos permanecieron en sus brazos por un breve momento cuando las bajó.
Gabriel siguió mirándola, notando cada expresión en su rostro. Extendió sus manos hacia su cuello mientras se inclinaba a su altura y la besó.
Amelie se sonrojó cuando sintió su mano izquierda moviéndose hacia su cintura en el lado derecho. Él la acercó más, sus labios ya mordisqueando los de ella con intensidad, mostrando más que sus emociones habituales.
Amelie separó sus labios, encontrando difícil mantener su ritmo. Sintió sus pies moviéndose por sí solos, pero en qué dirección, no tenía idea hasta que su espalda sintió la frialdad de una pared antes de caer sobre el colchón.
Gabriel era implacable, su boca sin separarse de la de ella, reclamándola con una posesividad que hizo que su corazón se acelerara. Sus manos presionaron contra su pecho en desesperación, no para alejarlo sino para hacer una pausa, para respirar.