¿Te gustaría acompañarme?

—No fue una conversación —corrigió Amelie con calma.

Gabriel asintió lentamente, entrecerrando ligeramente la mirada.

—Y también acabaste criticando a Kate —comentó—. Ella fue quien le dio tu número a Jodie, ¿verdad? —arqueó una ceja con sospecha.

—Eso creo —admitió Amelie con decepción—. Una vez dijiste que tus hermanos no eran lo que aparentaban ser. Pensé que Kate era diferente. Pensé que era amable y no juzgaba. Pero me equivoqué. —Había un rastro de arrepentimiento en su voz, pero era evidente que ya había aceptado su error por confiar demasiado fácilmente.

La expresión de Gabriel se suavizó, sus rasgos afilados se relajaron mientras daba un paso más cerca.

—¿Qué pasó? —preguntó, sus ojos buscando suavemente en los de ella la verdad que aún no había expresado.

Antes de que Amelie pudiera responder, se escuchó un firme golpe en la puerta, seguido por la voz profunda de Albus:

—Mi señor, su comida está aquí.

Gabriel dejó escapar un suspiro, luego se volvió hacia Amelie.