Amelie abrió la puerta y vio a una criada.
—Señorita, la Reina ha solicitado su presencia —le informó la criada.
—¿Por qué? —preguntó Gabriel, de pie justo detrás de Amelie.
La criada se inclinó humildemente. —Perdóneme, Su Alteza, pero no lo sé. Ella enfatizó que solo la Señorita Amelie debería ir a verla —afirmó.
Amelie miró a Gabriel, quien ya estaba reacio a dejarla ir sola.
—No te preocupes —dijo Amelie y siguió a la criada escaleras abajo hasta el jardín, donde Mabel estaba presente, dando un paseo.
Amelie se detuvo lentamente al ver que la criada se había detenido.
—Su Majestad, la Señorita Amelie está aquí —informó la criada a la Reina, quien se dio la vuelta. Despidió a la criada y mantuvo su mirada fija en Amelie antes de caminar hacia ella.
Amelie le deseó buenas noches antes de levantar la mirada.
—Termina tus asuntos familiares en la noche. Ya que solo quedan dos días, quiero que la atención se centre en la boda —declaró Mabel.