Mordisqueando su barbilla

Flora estaba junto a la ventana de la habitación y miraba el oscuro cielo nocturno. Se tocó el cuello y acarició la marca que Alex le había dejado.

«¿Cómo voy a vivir? Las promesas que me hizo no fueron más que un espejismo en el desierto. Quería echarme toda la culpa a mí y presentarme como la culpable ante todos. En serio pensé que me amaba».

La mano de Samyra se posó sobre el hombro de Flora y ella giró la cabeza mientras bajaba su mano hacia un lado.

—Mamá, ¿y si la verdad no hubiera salido a la luz? ¿Habría muerto?

—No lo habríamos permitido —dijo Samyra.

—Si Zander no me hubiera ayudado a escapar, si los príncipes no hubieran salvado a Papá, todo habría terminado. Amelie tampoco me habría creído —murmuró Flora mientras el miedo se apoderaba de su corazón.