Alex golpeaba repetidamente la parte posterior de su cabeza contra la pared. Parecía que el tiempo se ralentizaba para él. Sus ojos ardían debido a la falta de sueño.
«Amelie se negó a perdonarme. ¿Y mis padres? ¿No apelaron al Rey? Y Zander, ¿no va a salvarme esta vez?», pensó Alex, sintiéndose frustrado y asustado.
Llevando su mano a la cabeza, se agarró el pelo. —No quiero morir —murmuró. Comenzó a sentir cómo sería estar cerca de la muerte.
Justo entonces, escuchó una voz que venía del otro lado de las rejas de hierro.
—Deberías haber aprovechado mejor la oportunidad que se te dio —habló Gabriel. Sus ojos violeta oscuro se posaron en Alex, quien inmediatamente lo miró—. Me subestimaste cuando te concedí una segunda oportunidad. Deberías haber sabido que Amelie no puede ser lastimada en mi presencia —afirmó.
Alex simplemente lo miró aterrorizado. Las palabras no salieron de su boca.