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—Ya lo sabes —susurró Amelie, mordiéndose el labio inferior mientras sus ojos se encontraban con los de Gabriel.
Su sonrisa se profundizó, el deseo destellando en sus ojos. Respondió a su necesidad no expresada mientras exploraba su lugar más sensible, guiándola hacia olas de placer.
Mientras su respiración se suavizaba y su cuerpo temblaba en liberación, sus labios reclamaron los de ella en un beso fervoroso. Sus brazos instintivamente se envolvieron alrededor de sus hombros, con los dedos entrelazados detrás de su espalda como si se anclara al momento.
Sin romper el beso, Gabriel rodeó su cintura con los brazos, cambiando sus posiciones con facilidad. Lo siguiente que supo Amelie fue que estaba a horcajadas sobre él, con su espalda ahora descansando contra el colchón.
Cuando finalmente se separaron, Gabriel llevó su mano a la mejilla de ella, acariciándola suavemente. Ella se entregó a su tacto cerrando los ojos.