De pie en el balcón de su habitación, Amelie marcó el número de su madre. Para su sorpresa, Samyra contestó al primer timbre, casi como si hubiera estado sosteniendo el teléfono, esperando.
—¡Amelie! ¿Por qué no devolviste la llamada? Y no has respondido a ninguno de mis mensajes. ¿Está todo bien? —La voz de Samyra llegó impregnada de pánico y preocupación que tomó a Amelie por sorpresa.
—Buenas noches, Mamá —Amelie comenzó con un saludo—. Sí, todo está bien. —Su mirada se desvió hacia el horizonte—. Pensé que hablaría contigo cuando regresara a San Ravendale.
Hizo una pausa, una pequeña risa escapando de sus labios.
—Pero que estés preocupada por mí... eso es un poco inesperado, ¿no?
Hubo un segundo de silencio en la línea.
—¿Sigues molesta con tu padre y conmigo? —Samyra preguntó mientras ponía el teléfono en altavoz ya que David le hacía gestos para que lo hiciera.