Casaio tomó la copa de vino de su padre, observando cómo Raidan se reclinaba con una mirada de orgullo.
—Siempre creí que elegirías tu deber sobre el amor —dijo el Rey Alfa Raidan—. Durante diez años, cada vez que preguntábamos sobre tus planes de matrimonio, mencionabas a Zilia. Te mantuviste firme junto a ella.
Casaio miró fijamente el vino antes de levantar la mirada.
—Padre... Nunca elegiría a una traidora sobre mi gente. Sobre ti. Me enredé en algo que no cuestioné. Nunca intenté verlo desde otro ángulo. Ese fue mi error.
Raidan asintió lentamente, dejando su copa sobre la mesa con un suave tintineo. Juntó sus manos, frunciendo el ceño en contemplación.
—No te culparé por lo que sentiste. Simplemente encontraste a tu pareja en ella. Es natural. Pero los sentimientos no pesan más que la traición.
Exhaló profundamente, manteniendo su mirada firme.
—He tomado mi decisión. Zilia será ejecutada. Mostrar misericordia a una espía sería peligroso.