Reclamando la pulsera

Otros lo miraron confundidos, pero Audrey lo entendió perfectamente.

Audrey se volvió y lo miró fijamente. No sabía cómo sentirse, sabía que eran órdenes del Alfa Lago, pero no sabía si podía seguir siendo amigable con alguien que tuvo parte en su experiencia cercana a la muerte.

—Sé que me odias ahora mismo. Pero te ruego que me perdones. Necesitaba sacármelo del pecho, ha estado pesando sobre mí durante el último año. Lo siento, Audrey —caminó cautelosamente hacia ella y colocó su mano en su hombro.

Andrew se sintió ligero. Como si le hubieran quitado un peso de encima.

Necesitaba hacer esa confesión, si iba a tomarla como su compañera, no quería secretos entre ellos.

—Creo que necesito pensar en eso —dijo Audrey.

Audrey dijo y salió de la habitación, dejando a todos atrás.

Cuatro pares de ojos estaban clavados en la puerta por la que Audrey acababa de salir, diferentes emociones en sus ojos.