La mayoría de las mujeres estaban felices de que la luna llena se celebrara en la Manada Sangre Gris, no porque quisieran experimentarla de manera grandiosa o como una comunidad unida; sino porque cada una de ellas creía que iba a ser la afortunada loba que atraparía al dios del sexo que se dirigía a la multitud.
—¿Qué debería hacer? —preguntó el Alfa Sebastián a Audrey.
—¿Sobre qué? —La atención de Audrey volvió a la mesa.
Su atención había estado fija en el Alfa Lago desde el momento en que Andrew lo mencionó. Lo había visto de pie junto al escenario con Adeline aferrada a su lado.
Descubrió que él la había elegido como su acompañante para el evento... si no para toda la vida.
En fin, no tenía nada que ver con ella, con quién él eligiera estar no era asunto suyo.
Pero no pudo evitarlo. Lo miraba como si solo estuvieran ellos dos dentro del salón, cualquier otro sonido estaba silenciado mientras se concentraba en él.