—Dije que me siguieras, gatita —sonrió con malicia al decirlo, enviando cálidos hormigueos por todo su centro.
—No soy tu gatita. Mi nombre es Catherine —dijo Audrey mientras liberaba su muñeca de su agarre.
Pero él la sujetó de nuevo. No parecía que fuera a rendirse pronto.
Sus palabras, nuevamente, le resultaban familiares, pero él apartó esa posibilidad.
—Deja de resistirte...
—¡Alfa Lago! —una dulce voz resonó detrás de ellos.
Audrey lo miró a los ojos, y esta vez, fue su turno de sonreír con malicia.
Apartó sus manos de él y salió de la cocina. Él se quedó allí, hirviendo de rabia.
Ms. Bridget simplemente puso los ojos en blanco ante la chica que acababa de entrar orgullosamente a su cocina.
Ella ya sabía cómo terminaría todo esto.
El Alfa Lago se quedó mirando fijamente en la dirección de Audrey. Se preguntaba si ella realmente ignoraba esta fuerte química entre ellos.