Audrey se quedó paralizada. Nunca esperó que el Alfa fuera tan exhibicionista.
Se contuvo de jadear, no queriendo que sus invitados supieran lo que estaba sucediendo entre ellos debajo de la mesa.
—Catherine, ¿qué está tomando tanto tiempo? Necesito ver el archivo —dijo Adeline con impaciencia.
—Cálmate, Adeline, la cerradura está teniendo un problema. Ella lo está solucionando —dijo con calma.
—Oh, está bien —respondió Adeline, sin darse cuenta de la situación real bajo la mesa.
El Alfa Lago le envió a Audrey una sonrisa sexy secreta, agarró su mano con más firmeza y la movió arriba y abajo sobre su bulto cada vez más grande.
Audrey estaba avergonzada y sorprendida.
Estaba segura de que su cara estaba tan roja como un tomate en ese momento; nunca en sus sueños más salvajes creyó que el Alfa sería tan salvaje y descarado.