—Hey, Hey, cálmate —Audrey colocó su mano en su mejilla, frotándola suavemente con el pulgar—. Solo estaba tratando de aligerar tu humor, estabas tan tenso y-
—Nunca, nunca jamás bromees sobre tu vida —la voz del Alfa Lago estaba llena de dolor mientras colocaba su mano sobre la de Audrey en su mejilla.
Cerró los ojos y una lágrima escapó de sus ojos.
Audrey sintió que su corazón se hacía pedazos al ver la lágrima deslizarse por sus mejillas. Era la primera vez, nunca pensó que él pudiera llorar, y por ella... ¿Eran sus sentimientos por ella tan genuinos?
—No llores... —Usó su pulgar para limpiar las lágrimas de su rostro.
—¡Pensé que ibas a morir! —Se inclinó y la abrazó suavemente, enterrando su rostro en su cuello.
Pensó que nunca volvería a oler ese extraño pero adictivo aroma floral, aunque no era la lavanda y miel que anhelaba oler de nuevo, también se había vuelto adicto a este.