—No quiero detenerte, pero al menos, déjame ir contigo —dijo el Alfa Lago mientras se sentaba en la cama de Audrey, observándola mientras ella empacaba su pequeña bolsa.
—No, alguien tiene que estar aquí para la gente, ¿qué pasa si los atacan cuando nos vamos? —cuestionó Audrey mientras cerraba la cremallera de su pequeña bolsa de viaje.
—Eres terca —dijo el Alfa Lago, enfurruñado.
Iba a extrañar a su pareja por unos días; ¿cómo iba a encontrar la oportunidad de marcarla ahora? Y ella seguía actuando extraño con él a veces, le había preguntado innumerables veces, pero ella seguía diciéndole que todo estaba bien.
Sus ojos la seguían preocupados por la habitación mientras ella reunía lo que necesitaría para su viaje.
—Solo estoy preocupado por ti —dijo el Alfa Lago con un suspiro.