Audrey permaneció inmóvil, sin reaccionar al hombre detrás de ella.
—Muévete, zorra, sé que disfrutarás complaciéndonos —el hombre presionó la pistola más cerca de su cabeza.
Audrey inteligentemente recorrió la habitación con la mirada, comprobando el número de hombres dentro, añadiendo al hombre detrás de ella; había ocho en total.
Esto no era algo en lo que necesitara desperdiciar sus poderes mágicos.
Quería usar sus manos y darles una lección a esos cerdos.
Lentamente comenzó a moverse como si estuviera asustada, apretando su mano alrededor del asa de su bolso.
—Sí, buena chica, puedes acostarte junto a la otra zorra —el hombre detrás dijo, caminando alrededor de Audrey para pararse a un lado y ver a sus amigos turnarse con ella.
Los otros hombres vieron entrar a Audrey, y la mayoría se apartaron de la chica, sonriéndole asquerosamente.