Audrey estaba sentada en una sala de estar con Lisa a su lado.
—Tu habitación está lista, querida —dijo Malachi mientras salía de un pasillo.
Audrey asintió, realmente no le había dicho nada desde que llegó.
Se levantó y tomó la mano de Lisa. Sabía que Malachi no estaba contento con que Lisa estuviera en su casa, pero no comentó nada al respecto; no quería nada que pudiera crear fricción en su relación ya tensa.
—Puedes refrescarte y bajar a cenar —le informó mientras ella entraba al pasillo hacia su habitación.
Audrey le dio un ligero asentimiento y siguió caminando.
—Puedes refrescarte primero, lo necesitas más —le dijo Audrey a Lisa mientras dejaba su bolso sobre la cama.
—De acuerdo —respondió Lisa y entró al baño.
Audrey se sentó en la cama y suspiró. No le gustaba estar aquí; todo era tan sombrío y oscuro; su espíritu no se alineaba con la vibra que emitía la Manada Garra de Muerte.
La magia oscura flotaba por todas partes en el aire, y el ambiente era muy deprimente.