Los Segadores de Almas

—No puedo perdonarlo por eso —dijo Audrey con tono dolido.

Audrey fingió estar herida y conmocionada por su revelación, pero en el fondo, su odio hacia él corría profundo en sus venas.

«Qué hombre astuto y malvado. Menos mal que no conoce el alcance de sus poderes. De lo contrario, habría descubierto que ella hace tiempo había encontrado dónde tenía secuestrada a su madre».

—No te preocupes, querida, juntos derribaremos a ese hombre malvado. Se supone que yo soy el Alfa Rey, y tú debes gobernar a mi lado. Siento tu fuerza, y creo que alcanzaremos grandes alturas con ella, mi querida —Malachi se acercó lentamente a Audrey y colocó su mano sobre la de ella de manera paternal.

Pero en el momento en que la tocó, Audrey secretamente se mordió los labios para evitar gruñir por el dolor de sus malvados secretos forzándose en su mente.

Pensaba que ya sabía lo malo que era, pero las visiones que estaba viendo amenazaban con cegarla.

¿Hasta qué punto podía ser cruel?