—No puede ser... —murmuró Audrey mientras sacaba su amuleto del agua.
Miró a las chicas y negó con la cabeza.
—Pensé que regresaría —susurró Audrey.
Miró hacia Alfa Lago y vio el dolor en sus ojos.
Ella lo entendía, Mark era el único familiar consanguíneo que le quedaba. Y ahora, no tenía a nadie, ni madre, ni padre, ni hermano. Debe sentirse muy devastado.
—No debería haberlo traído aquí —dijo Ariel, suspirando profundamente.
María nadó hacia ella.
—No es tu culpa; no podemos cuestionar a los espíritus; ellos saben mejor que nosotros —dijo y abrazó a Audrey.
Mary y Sandra se acercaron y se unieron al abrazo.
—Está bien, está bien —dijo Sandra con voz tranquilizadora.
—Vamos, regresemos —Alfa Lago se acercó y se puso en cuclillas junto al río.
Las chicas se separaron, luciendo sombrías y tristes.
Cuando se acercaron a Alfa Lago, Audrey extendió su mano hacia él para que la sacara.