—Han pasado horas... ¿volverá alguna vez? —preguntó Mary mientras se sentaban bajo la orquídea.
Audrey suspiró. Ella tampoco lo sabía.
—Volverá —dijo Alfa Lago, sosteniendo la mano de Audrey en la suya.
—Sí... lo hará —respondió Audrey.
—Oye, mira —dijo María, tocando a Audrey y señalando a las chicas que todavía estaban acostadas junto al río.
Audrey miró y vio que todos los pétalos de la flor se habían empapado por completo, los pétalos que antes eran blancos ahora estaban más oscuros que la noche.
—Está hecho —dijo Audrey y se levantó, caminando hacia las chicas.
Las observó de cerca, su piel antes pálida ahora tenía un tono de vida, y sus ojos ya no parecían hundidos.