Vacío

«Tu rostro siempre estará en mi mente, Lago, y mi alma siempre reconocerá la tuya. Te deseo toda la felicidad del mundo. Sé feliz, Lago, y espero que encuentres el amor adecuado para ti. En cuanto a mí, siempre te amaré y te apreciaré porque siempre serás el único para mí.

De alguien que una vez te amó.»

Lago dobló el papel cuidadosamente y lo volvió a colocar dentro de su cajón. Durante cinco años ha estado leyendo la misma carta todos los días, durante cinco buenos años.

Y cada vez que la leía, se sentía más vacío, su cerebro y su lobo luchaban por conectarse con algo desconocido, pero al final, no conseguían nada.

Lago suspiró y se pasó la mano por el pelo, mirando las pilas de trabajo en su escritorio.

Esta se ha convertido en su rutina durante cinco años, trabajo, trabajo y más trabajo.

Desde que se encontró despertando de lo que parecía ser el sueño más largo con los sueños más extraños, se había lanzado al trabajo.