Audrey se despertó con el sol entrando a través de sus cortinas, frunció el ceño y colocó su mano sobre sus ojos.
—Oh, maldición, qué sueño tan corto —murmuró.
Se sentó en su cama blanca y miró hacia su mesa de noche. Extendió la mano y agarró la foto enmarcada, suspirando mientras miraba a la persona en el marco.
—Cuánto te extraño, Lago, han pasado cinco años —sonrió con nostalgia y luego besó la fotografía.
—Espero que seas feliz —susurró contra la imagen.
Hubo un suave golpe en la puerta de su habitación y lentamente colocó la fotografía de vuelta en la mesa, estirando sus manos por encima de su cabeza.
—Estaré lista en un minuto, Green —Audrey bostezó, haciendo crujir su cuello.
Los golpes cesaron y ella lentamente se levantó de la cama, metiendo sus pies en sus pantuflas esponjosas.