Pensamientos ruidosos

—¿Qué me hiciste? —Melodía miró con furia a Audrey.

—Quizás está en la sala equivocada, Doctor; creo que lo que necesita es un psiquiatra —susurró Audrey al doctor.

—Papá, su moretón desapareció, ¿podemos irnos a casa ahora? —Mikhail sostuvo la mano de Lago.

Lago miraba en silencio a Audrey; sabía que ella había hecho algo; después de todo, ella le había dicho que era una bruja.

—Lo siento, Doctor, es una falsa alarma —se disculpó Lago.

—No se preocupe, Sr. Aloha, su esposa tiene suerte de que el accidente no fuera fatal; de lo contrario, no habría sobrevivido; la daremos de alta mañana por la mañana; la mantendré aquí en observación, nada más —informó el doctor y salió de la habitación.

—Vamos, Mikhail, démosle a Lago y a su esposa algo de privacidad. —Ella fue a tomar a Mikhail, pero el niño se escondió detrás de Lago.

—Ella no es mi esposa, Audrey —la voz de Lago era oscura.

—Alfa... —Melodía jadeó.