Audrey se puso de pie y miró a Lago con los ojos muy abiertos.
—¿Qué quisiste decir con que él también es tu hijo? —preguntó, mirando de Lago a Andrew.
Lago la miró.
—¿De qué otra manera sería mi hijo, señorita Audrey? —preguntó Lago misteriosamente.
Audrey se volvería loca en el siguiente segundo si nadie le decía que todo esto era una broma.
—Mamá, no te enojes, le pedí que fuera mi papá ya que no tengo uno... Me cae muy bien y no quiero que sea solo un amigo para mí... Lo siento por no decírtelo otra vez —Mikhail se acercó a Audrey y abrazó su pierna.
Audrey no supo cómo ni cuándo un sollozo escapó de sus labios; inmediatamente se agachó y abrazó a su hijo, escondiendo su rostro en el cuello de él.
—Oh, Mikhail... Lo siento tanto —susurró.
Sabía que su hijo estaba solo, pero nunca supo hasta qué punto.
No importaba cuánto tiempo intentara pasar con Mikhail, sabía que ninguna cantidad de tiempo podría cubrir la ausencia de un padre en la vida del niño.