Capítulo 16: La Telaraña y La Duda

El aire en los pasillos de la secundaria se había vuelto pesado para Anna y Louie, una atmósfera cargada de una tensión apenas disimulada bajo la fachada de una pareja recién enamorada. Anna, con una determinación casi posesiva, se esforzaba por mantener a Louie a su lado, su brazo firmemente enlazado al suyo mientras se desplazaban entre el bullicio adolescente. Su risa, antes espontánea, ahora resonaba con una artificialidad calculada, un eco hueco que comenzaba a desgastar la paciencia de Louie, quien se sentía cada vez más aprisionado en esta demostración forzada de afecto. Él, por su parte, aunque se esforzaba por corresponder a los gestos de Anna con una sonrisa y alguna caricia distraída, no podía evitar que su mente divagara constantemente. La imagen de Josephine, su inesperado regreso a la ciudad después de tanto tiempo, se proyectaba como una sombra persistente sobre cada una de sus interacciones con Anna, tiñendo de culpa y confusión sus intentos de normalidad.

En el comedor, un hervidero de voces y risas donde compartían una mesa con su círculo de amigos, Louie finalmente vislumbró una oportunidad para hablar con Anna en privado. Con una excusa trivial, fingiendo la necesidad de mostrarle un mensaje en su teléfono, la apartó ligeramente del grupo, alejándola del murmullo constante y las miradas curiosas.

"Anna, necesito hablar contigo un segundo", dijo Louie con un tono que denotaba una urgencia contenida, una necesidad apremiante de abordar el tema que lo atormentaba. Su mirada seria contrastaba con la ligereza que intentaba mantener frente a sus amigos.

Anna frunció ligeramente el ceño, una sombra de fastidio cruzando brevemente sus facciones, aunque rápidamente la reemplazó con una sonrisa estudiada para sus compañeros de mesa. "¿Qué pasa, amor? ¿No puedes esperar? Estábamos pasando un rato agradable con los demás". Su tono era dulce y ligeramente meloso, pero había un subtexto de control, una sutil resistencia a ser apartada.

"Es sobre Josephine", respondió Louie, su mirada fija en los ojos de Anna, buscando una sinceridad que parecía eludirla. "La vi hoy. Estaba sola con Brianna". La imagen de la soledad de Josephine, la tristeza que había alcanzado a vislumbrar en sus ojos, lo había impactado profundamente, reavivando la culpa por la abrupta manera en que habían terminado las cosas entre ellos.

La sonrisa de Anna se tensó imperceptiblemente, sus dedos apretando ligeramente el brazo de Louie. "Claro que estaba sola, Louie. ¿Acaso esperabas que llegara con una banda de mariachis y fuegos artificiales? ¿Qué tiene de especial que estuviera sola con Brianna?". Su tono era casual, casi desdeñoso, pero había un ligero matiz de advertencia, una insinuación de que no deseaba que se profundizara en ese tema.

"No lo entiendes, Anna", insistió Louie, sintiendo una punzada de culpa más aguda al percibir la evasiva de su novia. "Quiero hablar con ella. Necesito saber por qué se fue sin decir nada. Necesito entender qué pasó realmente". La necesidad de escuchar la versión de Josephine, de llenar el vacío de las preguntas sin respuesta, lo carcomía por dentro.

Anna soltó una risita forzada, llevándose una mano al pecho con una teatralidad exagerada, como si la preocupación de Louie fuera absurda. "¿Y para qué quieres revolver el pasado, cariño? Ya tienes una novia maravillosa que te adora, que está aquí contigo. Josephine tomó su decisión, se fue durante todas las vacaciones, sin dar explicaciones de su ausencia. Ya déjala seguir con su vida, sin que tú la atormentes con viejas historias". Su tono era ligero, pero sus ojos brillaban con una intensidad que Louie no lograba descifrar por completo.

"Pero...", intentó replicar Louie, sintiéndose cada vez más incómodo con la manera en que Anna desviaba el tema, con su insistencia en minimizar sus sentimientos y su necesidad de respuestas.

"¡Ay, Louie!", interrumpió Anna con un tono meloso y condescendiente, atrayéndolo de nuevo hacia ella con un gesto posesivo y acariciándole la mejilla frente a sus amigos, reforzando la imagen de una pareja unida. "No te preocupes por eso, mi amor. ¿Recuerdas que te conté sobre la reciente relación de Josep y Josephine en Francia. Pues bien, hablé con Josep ayer y me dijo que tuvieron un pequeño retraso inesperado en su viaje, cuando menos te lo espere el va a regresar". Su sonrisa era amplia, pero sus ojos transmitían un mensaje silencioso a Louie: olvídate de Josephine.

Louie frunció el ceño, completamente confundido por la repentina mención de Josep.

Anna lo miró con una paciencia fingida, como si estuviera tratando con un niño pequeño que no comprendía algo obvio "Cuando él llegue, seguro que estarán tan melosos y acaramelados como siempre. ¿De verdad quieres presenciar ese espectáculo? Créeme, lo mejor es dejar las cosas como están, no remover un pasado que claramente sigue su curso en otra parte".

"Pero Josephine estaba sola", repitió Louie con una obstinación silenciosa, la imagen de la tristeza solitaria en los ojos de Josephine grabada indeleblemente en su mente, contradiciendo la imagen idílica que Anna intentaba pintar.

Anna suspiró con una exasperación exagerada, como si estuviera haciendo un enorme sacrificio por la incomprensión de su novio. "Cariño, confía en mí, por favor. Josep llegará cuando menos lo esperemos. Sus padres tuvieron un problema con el vuelo, ¿entiendes? Un retraso, cosas que pasan. Cuando él esté aquí, verás con tus propios ojos lo unidos que son Josephine y él, la fuerte relación que tienen. Te lo aseguro, mi amor. No vale la pena que te atormentes ahora por algo que ya pasó y que, obviamente, sigue su curso felizmente en otra parte".

Durante el resto del día escolar, cada vez que Louie intentaba volver al tema de Josephine, buscando una oportunidad para expresar su necesidad de hablar con ella, Anna lo interrumpía hábilmente con alguna distracción cuidadosamente orquestada. Le recordaba los emocionantes planes que tenían para el fin de semana, desviando su atención hacia el futuro inmediato, o insistía con detalles aparentemente triviales sobre la supuesta llegada de Josep la próxima semana, repitiendo hasta el cansancio la historia del retraso de los padres de su amigo y cómo, una vez que él estuviera presente, Louie comprendería la solidez del vínculo entre Josephine y él.

Al final de la jornada escolar, Louie se sentía cada vez más frustrado y confundido. La insistencia de Anna y su aparente certeza inquebrantable sobre la relación de Josephine con Josep sembraban una semilla de duda en su mente, haciéndole cuestionar sus propias percepciones. Sin embargo, su intuición persistía, diciéndole que algo no encajaba en la narrativa cuidadosamente construida por Anna. La imagen de Josephine sola y la necesidad imperiosa de escuchar su propia versión de los hechos seguían latentes en su interior, pero la telaraña de palabras de Anna comenzaba a enredarlo, postergando el inevitable enfrentamiento con la verdad y sembrando una creciente incertidumbre en su corazón. Anna, por su parte, sonreía con una satisfacción silenciosa y calculada, creyendo haber desviado la atención de Louie lo suficiente como para que, cuando Josephine y Josep no aparecieran tomados de la mano y radiantes de amor el lunes siguiente, tuviera otra excusa elaborada y lista para desplegar en su retorcida estrategia de manipulación.

Al sonar la campana que marcaba el final de las clases, Anna tomó la mano de Louie con una posesividad casi territorial, guiándolo fuera del bullicioso edificio escolar. Como era su costumbre, se dirigieron a casa de Louie. Para Anna, la casa de Louie representaba un refugio conveniente, un espacio donde podían disfrutar de una privacidad casi absoluta, ya que sus padres, inmersos en sus largas jornadas laborales, rara vez se encontraban allí durante la tarde. Ella aprovechaba al máximo estas horas a solas con él, tejiendo una red de intimidad física que, en su mente, afianzaría su relación y borraría cualquier vestigio del pasado de Louie con Josephine.

Al llegar a la casa de Louie, él se dejó caer con un suspiro en los mullidos sofás de la sala de estar, el peso del día y la persistente confusión sobre Josephine aún gravitando en su ánimo. Anna lo siguió de cerca, con una agilidad felina, sentándose directamente en sus piernas, aferrándose a su cuello con una sonrisa que buscaba ser seductora, pero que para Louie se sentía cada vez más forzada, casi una obligación. Su cercanía física, que antes le resultaba reconfortante, ahora se sentía ligeramente sofocante, como si Anna intentara mantenerlo prisionero en un abrazo constante, impidiéndole divagar en sus pensamientos o considerar la posibilidad de contactar a Josephine. La imagen de los ojos tristes de su exnovia seguía presente, contrastando fuertemente con la insistente alegría artificial de Anna.

Louie sintió el peso de Anna sobre sus piernas, su perfume dulzón llenando el aire a su alrededor. Intentó relajarse, pasar sus brazos alrededor de su cintura como solía hacer, pero una resistencia interna lo frenó. La conversación inconclusa sobre Josephine seguía resonando en su mente, la insistencia de Anna y la mención de Josep creando una barrera invisible entre ellos.

Anna, sintiendo la ligera tensión en el cuerpo de Louie, comenzó a besar suavemente su cuello, sus manos deslizándose por debajo de su camiseta. "Estaba pensando...", susurró contra su piel, su aliento cálido erizando los pequeños vellos de su nuca, "...podríamos ver esa película que tanto querías... ¿o tal vez prefieres que te distraiga de otra manera?". Su tono era insinuante, buscando desviar su atención hacia la intimidad física.

Louie cerró los ojos por un instante, debatiéndose entre la necesidad de respuestas y la comodidad familiar de los avances de Anna. Una parte de él anhelaba la conexión física, la distracción momentánea de sus pensamientos inquietantes. Pero otra parte, la que aún se sentía culpable por la forma en que había terminado con Josephine y la que estaba intrigada por su repentino regreso, se resistía a dejarse llevar tan fácilmente.

"Anna...", comenzó Louie, su voz ligeramente tensa mientras apartaba suavemente su rostro del cuello de ella, "...necesito saber algo. ¿Por qué insistes tanto en que Josephine está con Josep? ¿Los viste en Francia? ¿Estás segura de lo que dices?". La pregunta salió con una urgencia contenida, la necesidad de claridad superando su deseo de evitar el conflicto.

Anna sonrió con una seguridad forzada, sus ojos evitando brevemente los de Louie antes de volver a fijarlos en él con una intensidad estudiada. "Claro que no los vi personalmente, mi amor. Pero Josep me lo contó todo. Estaban de vacaciones en la Costa Azul, ¿recuerdas que te lo mencioné? Me dijo que fue algo... inesperado, pero muy bonito. Se enamoraron allí, bajo el sol francés. ¿No te parece romántico?". Su tono era ligero, casi despreocupado, como si estuviera narrando una anécdota trivial.

Sin embargo, Louie percibió una ligera inflexión en su voz, una cualidad ligeramente ensayada en su entusiasmo. La imagen de Josephine sola y aparentemente triste en el campus contradecía la historia de un romance floreciente bajo el sol francés. La duda comenzó a crecer en su interior, alimentada por la insistencia de Anna y la falta de pruebas concretas.

"Pero...", replicó Louie, sintiendo la necesidad de confrontar la inconsistencia, "...Josephine no parecía precisamente feliz hoy. Estaba sola, y... parecía triste".

Anna suspiró, como si estuviera lidiando con la ingenuidad de un niño. "Ay, Louie, eres tan sensible. Quizás simplemente estaba teniendo un mal día. Todos los tenemos, ¿no crees? Además, París puede ser un poco abrumador al principio. Seguro que extraña su hogar, sus amigos... pero eso no significa que no esté feliz con Josep. Confía en mí, mi amor. Él me lo dijo. Están juntos. Muy juntos." Su mano volvió a acariciar su mejilla, buscando reafirmar su cercanía física y desviar su atención de las dudas persistentes.

Louie entrecerró los ojos, sintiendo una punzada de confusión y una creciente desconfianza hacia la narrativa de Anna. Algo no encajaba. La imagen de la tristeza en los ojos de Josephine se sentía mucho más real y palpable que la historia edulcorada de un romance francés contada de segunda mano por Josep.

"¿Y cuándo exactamente te dijo eso Josep?", preguntó Louie, su tono ahora más inquisitivo, buscando una cronología clara que respaldara la versión de Anna. "¿Antes o después de que Josephine regresara?"

Anna vaciló por un instante, su sonrisa perdiendo ligeramente su brillo. "Bueno... fue... fue mientras ella aún estaba en Francia. Sí, antes de que volviera. Me lo contó emocionado, ¿sabes? Estaba muy feliz por ellos dos." Su respuesta llegó un poco más rápido de lo necesario, sin la naturalidad que había intentado proyectar antes.

La vacilación de Anna no pasó desapercibida para Louie. La semilla de la duda que ya había germinado en su mente comenzó a echar raíces más profundas. ¿Por qué Anna parecía tan empeñada en convencerlo de la felicidad de Josephine con Josep? ¿Qué ganaba con eso? La imagen de Josephine sola en el campus, la tristeza que había vislumbrado, resonaba con más fuerza que las palabras aparentemente ensayadas de Anna.

"Entiendo...", dijo Louie lentamente, aunque en realidad no entendía nada. Se sentía atrapado en una telaraña de palabras, una red tejida por Anna que parecía diseñada para mantenerlo alejado de la verdad. La necesidad de hablar directamente con Josephine, de escuchar su propia versión de los hechos, se intensificó. Ya no podía ignorar la punzante sensación de que Anna le estaba ocultando algo, manipulando la situación para mantenerlo a su lado. La comodidad del sofá y la cercanía física de Anna se habían transformado en una prisión de incertidumbre.

Anna notó la creciente desconfianza en la mirada de Louie, la forma en que sus ojos la escrutaban con una intensidad que no le gustaba. Su sonrisa se desvaneció ligeramente, reemplazada por una expresión de ligera irritación.

"Bueno, cariño", dijo, levantándose de sus piernas con una agilidad repentina. "Se está haciendo tarde y prometí a mi madre que estaría en casa antes de la cena. Ya sabes cómo se pone si llego tarde." Su tono era ahora más distante, como si la conversación la hubiera incomodado.

Louie la observó levantarse, sintiendo una mezcla de alivio y frustración. Alivio porque la tensión en el ambiente se había disipado momentáneamente, frustración porque una vez más, el tema de Josephine había quedado sin resolverse, envuelto en las evasivas de Anna.

"Está bien", respondió Louie con un tono neutro, sin intentar retenerla. Una parte de él necesitaba espacio para procesar sus crecientes sospechas.

Anna se acercó y le dio un beso rápido y superficial en los labios. "Te llamo más tarde, ¿sí? No te quedes pensando demasiado en Josephine. Recuerda lo que te dije. Todo está bien." Con una última mirada que intentaba ser tranquilizadora pero que a Louie le pareció forzada, se despidió y salió de la casa.

Tan pronto como la puerta se cerró tras Anna, Louie se levantó del sofá con una determinación renovada. Ya no podía ignorar su instinto. Necesitaba hablar con Josephine, directamente, sin filtros ni interpretaciones de terceros. Tomó su teléfono, dispuesto a buscar su número, la necesidad de la verdad superando cualquier duda o temor.

Mientras tanto, Anna caminaba rápidamente hacia su casa, su rostro ahora crispado por la preocupación. Tan pronto como cerró la puerta de su habitación, sacó su propio teléfono y buscó un contacto en su lista. Marcó el número con dedos rápidos y nerviosos, llevándose el teléfono a la oreja con impaciencia.

De vuelta en su casa, Louie sostenía su teléfono con una frustración creciente. Había buscado en todos sus contactos, en viejos mensajes, incluso en las profundidades de sus redes sociales, pero el número de Josephine parecía haberse esfumado de su vida digital. La distancia y el tiempo habían borrado ese vínculo telefónico, dejándolo sin una manera directa de comunicarse con ella.

Un nombre brilló en su lista de contactos: Brianna. Ella era una amiga en común de ambos, alguien que estaba seguro mantenía contacto con Josephine. Con una punzada de esperanza, deslizó el dedo sobre el nombre de Brianna y esperó la conexión

Al otro lado de la línea, la voz de Brianna sonó sorprendida. "¿Louie? ¿Eres tú? ¿Qué pasa?"

"Amiga...", comenzó Louie con un tono de voz cargado de arrepentimiento, "...creo que tú tenías razón. Creo que cometí un error dejándome llevar por Anna. Me gustaría hablar con Josephine, que ella me explique y me ayude a eliminar las dudas que tengo en mi cabeza."

Se escuchó un suspiro de alivio por parte de Brianna. "¡Qué bueno que te hayas dado cuenta a tiempo del error que estabas cometiendo, Louie! Entiendo que quieras hablar con ella y también sé que Anna no te va a dejar hacerlo en la escuela, siempre está pegada a ti como una lapa. Entonces dime, ¿cómo vas a hacer?"

"Precisamente por eso te estoy llamando, Brianna", respondió Louie con un hilo de esperanza en su voz. "Tú tienes el número de teléfono de Josephine, ¿verdad? Yo sé que la única que tiene su número personal eres tú, y de igual manera, tú eras la única que tenía el número de la mansión antes de que se fuera. Necesito hablar con ella, la eh visto estos días contigo en la secundaria y no pude evitar notar su tristeza"

Brianna confirmo con un tono de voz comprensivo. "Ella no es la misma desde que regresó. Algo le pasa, y estoy segura de que tiene mucho que ver con cómo terminaron las cosas entre ustedes."

Louie soltó un suspiro pesado, la culpa apretándole el pecho. "Necesito hablar con ella, Brianna. Necesito escuchar su versión, saber por qué se fue sin decir nada. ¿Me pasarías su número, por favor?"

Brianna no dudó ni un segundo más. "Claro que sí, Louie. Te lo voy a dictar ahora mismo. Espero de verdad que puedan aclarar todo esto. Los dos se merecen una conversación honesta." Comenzó a deletrear el número lentamente, asegurándose de que Louie lo anotara correctamente. "Por favor, Louie, sé sincero con ella. Escúchala de verdad. Y dile que la extraño mucho."

"Lo haré, Brianna. Gracias, de verdad", respondió Louie, sintiendo un peso levantarse de sus hombros. Por fin tenía la oportunidad de hablar con Josephine.