Capítulo 17: Voces al Otro Lado de la Distancia

El anochecer comenzaba a envolver la elegante mansión en las afueras de Londres en una suave penumbra, la luz crepuscular filtrándose a través de los amplios ventanales del salón donde Josephine se encontraba. Acababa de salir de un baño relajante, el vapor aún perfumando el aire con aroma a lavanda. Se paseaba lentamente por su dormitorio de paredes color crema, vestida únicamente con su ropa interior de encaje, sintiéndose cómoda y aliviada de que su profesor de piano hubiera cancelado su clase de esa noche, regalándole una hora extra de inesperado descanso. En sus manos sostenía su teléfono, la pantalla brillante mostrando un número desconocido que parpadeaba insistentemente. Una duda la asaltó. '¿Debería contestar?' Su número personal era un secreto celosamente guardado, conocido por muy pocas personas. Podría ser importante, quizás una emergencia familiar. Con una punzada de curiosidad y cautela, deslizó el dedo para responder.

Al otro lado de la línea, en la modesta habitación de su piso en Londres, Louie mordía su labio inferior con una ansiedad creciente. El sonido persistente del tono de llamada resonaba en su oído, cada segundo de silencio dilatándose en una eternidad de incertidumbre. Había visto a Josephine esa semana en los pasillos de la secundaria, su presencia lo había impactado como una descarga eléctrica, pero la sombra posesiva de Anna lo había mantenido a raya, paralizando cualquier intento de acercamiento. Ahora, esa cobardía lo carcomía. Sus manos sudaban ligeramente mientras sujetaba el teléfono con fuerza, su mirada fija en un punto indefinido de la pared, su respiración apenas perceptible por la tensión. *Necesito hablar con ella. Necesito explicarle mi silencio, mi estupidez.*

Finalmente, tras lo que le pareció una eternidad, una voz suave y elegante resonó al otro lado de la línea, quebrando el silencio opresor.

"Buenas noches", dijo Josephine con una formalidad educada, su tono ligeramente interrogante. "¿Qué desea?"

La formalidad en la voz de Josephine apuñaló el corazón de Louie. *¿"Qué desea"?* Sonaba tan distante, tan ajena al vínculo que alguna vez compartieron. Tragó saliva, intentando humedecer su garganta repentinamente seca.

"Josephine... soy yo, Louie", dijo con un hilo de voz, la ansiedad aún atenazándolo. Esperó una reacción, cualquier indicio de reconocimiento o sorpresa.

Un breve silencio cargado de sorpresa flotó en el aire antes de que Josephine respondiera, su tono ahora teñido de una incredulidad palpable. "¿Louie? ¿Qué... qué quieres?" Su voz, aunque aún suave, adquirió un matiz frío y distante, como si el simple hecho de escuchar su nombre hubiera evocado recuerdos dolorosos. Ella lo había visto en los pasillos esa semana, su mirada esquiva, la presencia constante de Anna a su lado. Sabía que Anna estaba detrás de su silencio, pero aun así, la duda de Louie, su falta de confianza en ella después de una ausencia de solo dos meses por las vacaciones, la había herido profundamente.

El tono helado de Josephine confirmó los temores de Louie. Sabía que su silencio la había lastimado, que su indecisión había reabierto viejas heridas.

"Josephine, yo... yo quería hablar contigo", repitió Louie, esforzándose por mantener la compostura a pesar del nudo que se le formaba en la garganta. "Brianna... Brianna me dio tu número." Sintió la necesidad de explicar cómo había logrado contactarla, esperando que eso suavizara un poco su actitud.

Un suspiro apenas audible llegó desde el otro lado de la línea. *Brianna... siempre tan impulsiva y bien intencionada.* Josephine se masajeó la sien con una mano, intentando ordenar sus pensamientos. Lo había visto en la escuela, su mirada huidiza, la presencia constante de Anna a su lado. Sabía la razón de su distancia, pero aun así, el hecho de que hubiera dudado de ella, de su amistad, después de solo dos meses de vacaciones, dolía.

"Estoy escuchando, Louie", dijo finalmente Josephine, su voz ahora ligeramente más neutra, aunque la cautela aún persistía. "Pero sé breve, por favor." Su tono dejaba claro que no estaba dispuesta a una larga y emotiva charla.

Louie tomó una respiración profunda, sintiendo el peso de sus palabras. Esta era su oportunidad. No podía arruinarlo. "Josephine, yo... lo siento. Siento mucho cómo terminaron las cosas entre nosotros. Me dejé llevar por... por malentendidos. Por lo que Anna me decía." La mención del nombre de Anna salió con dificultad, como si la propia palabra tuviera un sabor amargo en su boca.

Al escuchar el nombre de Anna, la tensión en la voz de Josephine se intensificó ligeramente. Sus dedos se aferraron con más fuerza al teléfono, la suavidad del encaje contrastando con la rigidez de su agarre. *Anna... siempre metiéndose en donde no la llaman.*

"¿Qué te decía Anna, Louie?", preguntó Josephine, su tono ahora cargado de una curiosidad punzante y una pizca de suspicacia. Sabía de la influencia que Anna ejercía sobre él, de su constante necesidad de ser el centro de atención y de su evidente celos hacia la amistad que ella y Louie compartían.

Louie suspiró al otro lado de la línea, sintiendo la vergüenza quemarle las mejillas. "Me decía... cosas sobre ti. Que estabas mejor sin mí, que habías encontrado a alguien más en Francia... con Josep." La confesión salió atropelladamente, la torpeza de sus palabras reflejando la confusión que Anna había sembrado en su mente.

Un silencio incrédulo se apoderó de la línea. Josephine parpadeó lentamente, procesando las palabras de Louie. *¿Josep? ¿Anna le dijo eso?* Una punzada de sorpresa y una mezcla de rabia e incredulidad la recorrieron. ¿Hasta dónde llegaría Anna para mantenerlos separados?

"¿Josep?", repitió Josephine, su voz ahora teñida de una incredulidad casi divertida, aunque con un fondo de amargura. "Louie, ¿en serio creíste eso? ¿Después de todo lo que compartimos? ¿En serio pensaste que me involucraría sentimentalmente con Josep..." continuó Josephine, su voz ahora teñida de una incredulidad dolorosa. "Mi amigo de la infancia, mi casi hermano... sin tomar en cuenta que tengo dos años sin saber de él, los mismos dos años que tienen ustedes..." La punzada de un recuerdo fugaz la atravesó, la imagen borrosa de Josep en el aeropuerto el día de su partida a Francia, un saludo rápido y distante antes de que él desapareciera entre la multitud. Sacudió ligeramente la cabeza, intentando enfocar sus pensamientos en la conversación actual. La idea de una relación romántica con Josep era absurda, casi insultante para la profunda amistad que siempre habían compartido.

La incredulidad en la voz de Josephine golpeó a Louie como un jarro de agua fría. La vergüenza se intensificó, dándose cuenta de lo fácilmente que había caído en la trampa de Anna. *¿Cómo pude ser tan estúpido? ¿Cómo pude dudar de Josephine?*

"Yo... yo no lo sé, Josephine", balbuceó Louie, sintiéndose avergonzado de su propia credulidad. "Anna... ella sonaba tan segura. Y yo... yo estaba confundido. Tu partida repentina... me dolió mucho." La justificación sonaba débil incluso para sus propios oídos.

Al escuchar el relato de Louie sobre la influencia de Anna, Josephine suspiró con un cansancio profundo. La manipulación de Anna no era una sorpresa, pero la facilidad con la que Louie había caído en su trampa seguía doliendo.

"Me obligaron a ir de vacaciones, Louie", corrigió Josephine con un tono suave pero firme, la frustración aún palpable en su voz. "No fue por decisión propia. Mis padres... ellos insistieron. Y tengo entendido que cuando me fueron a buscar a la mansión, mi ama de llaves se los dijo." La precisión de sus palabras buscaba dejar claro que su partida no había sido un abandono voluntario.

La aclaración de Josephine golpeó a Louie con más fuerza que cualquier reproche. '¿Sus padres la obligaron? Como se me pudo haber olvidado esa conversación, como pude creer en la versión de Anna aún teniendo esa prueba en mis manos?' La magnitud de su error se hizo aún más evidente.

"Como se me pudo haber olvidado esa conversación...", preguntó Louie, la culpa sonando en su voz. "Anna... ella solo insistía en que te habías ido por tu propia voluntad, que estabas feliz lejos, me lo repitió tantas veces, con tanta devoción que yo le termine creyendo..." La confesión de su engaño sonaba patética incluso para él.

Josephine asintió lentamente, un dejo de tristeza en sus ojos. "Sí, Louie. Fue una decisión de ellos. Quería despedirme, pero... No me lo permitieron ." La manipulación de Anna comenzaba a revelarse en toda su extensión.

El remordimiento invadió a Louie. No solo había dudado de Josephine, sino que también había permitido que Anna lo alejara de la verdad, basándose en mentiras y celos.

"Josephine, lo siento muchísimo", dijo Louie con una sinceridad desgarradora. "Fui un completo idiota. Anna... ella siempre ha estado celosa de nuestra amistad, lo sé, pero nunca imaginé que llegaría tan lejos. Y yo... fui un cobarde por no acercarme a ti cuando regresaste, por dejarme influenciar por sus palabras."

Un silencio se extendió nuevamente entre ellos, cargado del peso de la verdad revelada y el arrepentimiento sincero. Josephine se movió lentamente por su habitación, sintiendo una mezcla de alivio al escuchar la verdad y una punzada de dolor al comprender la extensión de la manipulación de Anna. *Él no lo sabía... él también fue víctima de sus mentiras.*

Finalmente, Josephine habló, su voz ahora más suave, aunque aún marcada por la cautela. "¿Por qué me llamas ahora, Louie? ¿Qué esperas de mí después de todo esto?" La pregunta flotaba en el aire, cargada de la incertidumbre de un futuro que parecía haber tomado un rumbo inesperado.

Louie suspiró profundamente al otro lado de la línea, sintiendo el peso de su error aplastándolo. "Josephine, yo... no lo sé exactamente qué espero. Supongo que... quería pedirte perdón de verdad. Por no confiar en ti, por dejarme llevar por las mentiras de Anna, por no haber intentado hablar contigo antes, cuando regresaste." Su voz era sincera, cargada de un arrepentimiento palpable. "Quería saber cómo estás... saber qué sientes tú después de todo esto."

Josephine permaneció en silencio por un momento, procesando sus palabras. La sinceridad en su voz era innegable, pero la herida de su duda aún punzaba. *¿Podría realmente perdonarlo tan fácilmente? ¿Podrían volver a la amistad que compartían antes de que Anna se interpusiera?*

"Estoy bien, Louie", respondió finalmente Josephine con un tono neutro, sin revelar la complejidad de sus emociones. "Regresé... estoy intentando retomar mi vida aquí." Hizo una breve pausa antes de continuar con una pregunta que rondaba su mente desde que había contestado la llamada. "¿Por qué ahora, Louie? ¿Por qué me llamas justo ahora?"

La pregunta de Josephine lo tomó por sorpresa. No había pensado en un "por qué" específico para este momento, más allá de la creciente culpa y la necesidad de aclarar las cosas tras verla en la escuela.

"No lo sé exactamente", admitió Louie con honestidad. "Supongo que... verte en la escuela... ver lo triste que parecías... eso me hizo darme cuenta de lo estúpido que fui al creer las mentiras de Anna. Necesitaba saber la verdad directamente de ti. Necesitaba... saber si había alguna posibilidad de que pudiéramos... al menos ser amigos de nuevo." La última frase salió con una vacilación cargada de esperanza y temor.

Josephine se quedó en silencio otra vez, sopesando sus palabras. La idea de volver a ser amigos con Louie era tentadora y no solo amigos, solo tal vez iniciar su elacion de nuevo, pero que esta vez dure mas de un dia, pero también la llenaba de incertidumbre. La confianza que alguna vez compartieron se había resquebrajado, y reconstruirla llevaría tiempo y sinceridad.

"Lo entiendo, Josephine", respondió Louie con respeto. "Tómate todo el tiempo que necesites. Pero... ¿podríamos hablar de nuevo? Cuando estés lista. Necesito explicarte todo lo que Anna me dijo... y quiero escucharte a ti. La verdad."

El silencio se había extendido, un espacio cargado de la incertidumbre del futuro y el peso del pasado. Louie esperó con el corazón en un puño, aferrándose a la tenue promesa de una futura conversación. Justo cuando la desesperanza comenzaba a hacer mella, la suave voz de Josephine rompió el silencio nuevamente, aunque con un tono diferente, más vulnerable.

"Sabes, Louie...", comenzó Josephine, su voz apenas un susurro, como si estuviera hablando más para sí misma que para él. "Pasé muchas cosas en Francia... demasiadas para mi gusto, y muy malas. Sufrí mucho." Una pausa cargada de dolor se instaló en la línea. "Mi único consuelo era la idea de regresar y encontrarme con ustedes... sobre todo contigo." Su voz se quebró ligeramente al pronunciar las últimas palabras, dejando al descubierto una vulnerabilidad que Louie no había escuchado en mucho tiempo. La confesión lo golpeó con la fuerza de un puñetazo en el estómago. Ella también sufrió... y yo no estuve ahí para ella.

Josephine cerró los ojos, una punzada de dolor atravesándola al evocar esos recuerdos. Francia, que se suponía sería un escape, se había convertido en una pesadilla silenciosa. La lejanía de sus amigos, la ausencia de la familiaridad de su hogar, habían exacerbado su soledad. La idea de regresar y encontrar el consuelo en la amistad de Louie había sido un faro en la oscuridad. Y él dudó de mí. La amargura de ese pensamiento aún persistía, mezclándose con la tristeza de recordar su sufrimiento. Sin embargo, la vulnerabilidad en su propia voz la había sorprendido. Necesitaba que él entendiera, aunque una parte de ella aún se resistiera a perdonarlo por completo.

Un nudo se formó en la garganta de Louie al escuchar la confesión quebrada de Josephine. Ella sufrió... y yo, consumido por las dudas sembradas por Anna, ni siquiera me di cuenta. Fui tan egoísta, tan ciego. La culpa lo invadió con una intensidad abrumadora.

"Josephine... yo... no lo sabía", balbuceó Louie, su voz cargada de un remordimiento genuino. "No tenía idea... Anna... ella nunca me dijo nada de eso. Al contrario, siempre pintó un panorama... diferente." Su voz se apagó, incapaz de articular completamente la magnitud de su error.

Josephine suspiró nuevamente, un sonido que denotaba agotamiento emocional. "No esperaba que lo supieras, Louie. Tú estabas con Anna... y ella siempre se aseguró de que no tuvieras otra perspectiva." Su tono, aunque aún suave, contenía un matiz de resignación. "Pero eso no quita el hecho de que... cuando regresé... me dolió tu distancia. Me dolió que no intentaras hablar conmigo, que te dejaras influenciar tan fácilmente." La vulnerabilidad inicial comenzaba a ceder paso a un dolor más palpable, un reproche silencioso por su falta de fe. "Necesitaba a mis amigos, Louie. Te necesitaba a ti."

"Brianna me contó todo, Louie", continuó Josephine, su voz ahora firme, aunque con un dejo de tristeza aún presente. "Sé todo lo que sucedió con Anna, todo lo que les dijo a ambos, susurrando veneno en sus oídos. Sé lo que lloraste, lo triste que estabas pensando que yo te había abandonado sin explicación. Brianna me lo contó. Sé que ella se aprovechó de ti, de tu vulnerabilidad, de tu confusión. Sé que me esperaste hasta el lunes, el primer día de clases, aferrándote a la esperanza de verme llegar. Sé que te dolió profundamente que no apareciera ese día. Pero... ¿sabes por qué no llegué?"

La pregunta colgó en el aire, cargada de un peso que Louie sintió oprimir su pecho. La culpa se intensificó al escuchar la confirmación del dolor que su silencio le había causado a Josephine. Ella lo sabía... Brianna se lo contó. Y aún así... aún así me está dando la oportunidad de hablar.

"No... no lo sé, Josephine", respondió Louie con un hilo de voz, la incertidumbre atenazándolo. "¿Por qué no llegaste?" La pregunta era un susurro temeroso, anticipando una respuesta que temía escuchar.

"Porque el lunes por la mañana... llegué directamente de Francia al funeral de mi padrino", dijo Josephine con la voz quebrada, un sollozo apenas contenido escapando de sus labios. La imagen de ese día sombrío, el dolor reciente de la pérdida mezclándose con la anticipación de volver a ver a sus amigos, la invadió. "Y luego, al día siguiente... cuando finalmente pensé que los iba a encontrar a los tres, cuando en mi ingenuidad creí que por fin me iba a sentir un poco mejor al refugiarme en tu abrazo... me conseguí con la sorpresa de Anna diciéndote 'mi amor'. Me conseguí con la traición... la traición de la que consideraba mi amiga, y... de mi novio." La última palabra salió con un hilo de voz, cargada de una amargura profunda y un dolor punzante. La traición de ambos, en un momento en que más necesitaba consuelo, la había marcado profundamente.

Un silencio sepulcral se apoderó de la línea. Louie sintió como si un puño helado le oprimiera el pecho, la magnitud de su error y el dolor que le había causado a Josephine golpeándolo con una fuerza brutal. La imagen de ella llegando devastada por la pérdida de su padrino, solo para encontrarlo a él en brazos de Anna, lo destrozó por dentro. Fui un imbécil. Un completo imbécil.

Las lágrimas comenzaron a resbalar por las mejillas de Josephine, silenciosas y amargas. El recuerdo de ese día, la confusión, la incredulidad y el dolor punzante de la traición, la invadieron como una ola. Había llegado buscando refugio y había encontrado la confirmación de su peor pesadilla.

Finalmente, Louie logró articular palabra, su voz apenas un susurro cargado de un profundo arrepentimiento. "Josephine... yo... no sabía... no tenía ni idea de lo de tu padrino." La vergüenza lo consumía al reconocer la facilidad con la que había creído sus mentiras.

Un sollozo escapó de los labios de Josephine. "Claro que no lo sabías, Louie. Anna se aseguró de eso. Se aseguró de que no supieras nada más que lo que ella quería que supieras." La amargura en su voz era palpable. "Y tú... tú simplemente le creíste. Dudaste de mí... después de todo lo que habíamos compartido." La acusación, aunque silenciosa, resonó con fuerza al otro lado de la línea.

Louie cerró los ojos con fuerza, sintiendo las lágrimas correr libremente por su rostro. La culpa lo abrumaba. Había fallado a la persona que más quería, había permitido que las manipulaciones de Anna destruyeran su amistad y, posiblemente, algo más.

"Lo siento, Josephine", repitió Louie, su voz quebrándose por el llanto. "Lo siento muchísimo. Fui un estúpido por creerle a ella y por no confiar en ti. No sabes cuánto me arrepiento." Su arrepentimiento era profundo y sincero, pero sabía que las palabras no eran suficientes para borrar el dolor que le había causado.

Josephine permaneció en silencio durante un largo momento, dejando que sus lágrimas fluyeran libremente. El dolor de la traición aún era reciente, la herida demasiado profunda para sanar con unas simples disculpas. Finalmente, habló, su voz agotada y cargada de una tristeza infinita. "¿Qué esperas ahora, Louie?" La pregunta flotaba en el aire, llena de una incertidumbre dolorosa.

Un silencio sepulcral se apoderó de la línea. Louie sintió como si un puño helado le oprimiera el pecho, la magnitud de su error y el dolor que le había causado a Josephine golpeándolo con una fuerza brutal. La imagen de ella llegando devastada por la pérdida de su padrino, solo para encontrarlo a él en brazos de Anna, lo destrozó por dentro. Fui un imbécil. Un completo imbécil.

Las lágrimas comenzaron a resbalar por las mejillas de Josephine, silenciosas y amargas. El recuerdo de ese día, la confusión, la incredulidad y el dolor punzante de la traición, la invadieron como una ola. Había llegado buscando refugio y había encontrado la confirmación de su peor pesadilla.

Finalmente, Louie logró articular palabra, su voz apenas un susurro cargado de un profundo arrepentimiento. "Josephine... yo... no sabía... no tenía ni idea de lo de tu padrino. Anna... ella nunca me dijo nada de eso. Solo... solo me decía que tú estabas feliz en Francia, que ya no querías nada conmigo." La vergüenza lo consumía al reconocer la facilidad con la que había creído sus mentiras.

Un sollozo escapó de los labios de Josephine. "Claro que no lo sabías, Louie. Anna se aseguró de eso. Se aseguró de que no supieras nada más que lo que ella quería que supieras." La amargura en su voz era palpable. "Y tú... tú simplemente le creíste. Dudaste de mí... después de todo lo que habíamos compartido." La acusación, aunque silenciosa, resonó con fuerza al otro lado de la línea.

Louie cerró los ojos con fuerza, sintiendo las lágrimas correr libremente por su rostro. La culpa lo abrumaba. Había fallado a la persona que más quería, había permitido que las manipulaciones de Anna destruyeran su amistad y, posiblemente, algo más.

"Lo siento, Josephine", repitió Louie, su voz quebrándose por el llanto. "Lo siento muchísimo. Fui un estúpido por creerle a ella y por no confiar en ti. No sabes cuánto me arrepiento." Su arrepentimiento era profundo y sincero, pero sabía que las palabras no eran suficientes para borrar el dolor que le había causado.

Josephine permaneció en silencio durante un largo momento, dejando que sus lágrimas fluyeran libremente. El dolor de la traición aún era reciente, la herida demasiado profunda para sanar con unas simples disculpas. Finalmente, su voz, cargada de una tristeza infinita y un dejo de reproche, rompió el silencio. "¿Y nuestras promesas, Louie? ¿Dónde quedaron? ¿Dónde quedó la promesa de experimentar un amor bonito, sin saltarnos etapas, sin prisas, solo un amor sano entre dos personas que pensaban construir una relación, un amor a la medida que nosotros creciéramos?" Su voz se quebró nuevamente al evocar esos votos compartidos, la pureza de sus intenciones contrastando dolorosamente con la realidad de la traición.

Tras un breve silencio, Josephine añadió con un tono quebrado pero directo: "Sé que no es por completo tu culpa, Louie... pero igual me duele. Necesito tiempo. Y solo tú sabrás lo que tienes que hacer si quieres que volvamos a ser los de antes de estas vacaciones." La frase final colgó en el aire, una mezcla de desafío y una tenue esperanza, dejando la responsabilidad del futuro de su relación directamente en manos de Louie.

Un nudo se formó en la garganta de Louie al escuchar las palabras de Josephine. La responsabilidad de su futuro juntos pesaba sobre él como una losa. Sabía que ella tenía razón. Él había sido débil, había confiado en la persona equivocada y había herido a quien más quería.

"Entiendo, Josephine", respondió Louie con la voz apenas audible, cargada de un arrepentimiento profundo. "Entiendo que necesites tiempo. Y... haré lo que tenga que hacer. Lo que sea necesario para... para tener la oportunidad de volver a ser los de antes." La promesa salió con la sinceridad de un corazón arrepentido, aunque teñida de la incertidumbre del camino que tenía por delante.

Un largo silencio se extendió entre ellos, un espacio cargado de promesas tácitas y la fragilidad de una relación herida. Finalmente, Josephine habló en voz baja, el cansancio evidente en su tono.

"Está bien, Louie. Te dejaré ir ahora. Necesito descansar." La frase sonó como un punto final tentativo, dejando un eco de esperanza y la dolorosa conciencia de la distancia que aún los separaba.

"Descansa, Josephine", susurró Louie, aferrándose a la tenue promesa de un futuro reencuentro. "Y... gracias por hablar conmigo."

La línea se quedó en silencio, dejando a Louie con el peso de sus errores y la vaga esperanza de una redención que solo el tiempo y sus acciones podrían determinar. Al otro lado de la ciudad, Josephine dejó el teléfono sobre la mesita de noche, sintiéndose exhausta pero con una pequeña grieta abriéndose en el muro de dolor que la había rodeado desde su regreso. La conversación había sido dolorosa, pero también necesaria. La pelota estaba ahora en el tejado de Louie.