Capítulo 2

El sueño de Yuta era profundo, ajeno al torbellino digital que se estaba gestando a su alrededor. Su teléfono, en modo vibrador, comenzó una danza frenética sobre la mesita de noche. La pantalla se iluminaba intermitentemente, un desfile incesante de notificaciones que anunciaban algo importante, algo que Yuta aún desconocía. La vibración constante, como un zumbido insistente, finalmente logró perturbar su descanso. Se removió entre las sábanas, despertando lentamente a la luz tenue del amanecer que se filtraba por la ventana.

Aún adormilado, se levantó de la cama sin prestar atención al teléfono que seguía vibrando con insistencia. La rutina mañanera lo absorbió: el café recién hecho, el aroma a tostadas, la tranquilidad de la casa antes de que el día se desatara. Mientras desayunaba, la pila de notificaciones en su teléfono seguía creciendo, un testimonio silencioso del fenómeno que se estaba gestando en la red.

Finalmente, con la taza de café vacía y el estómago lleno, Yuta cogió el teléfono. La pantalla mostraba una cantidad absurda de notificaciones, un número tan elevado que le costaba creerlo. Abrió la aplicación de "Pluma de Fuego" y se quedó sin aliento. Su novela, la que había subido la noche anterior con una mezcla de esperanza y temor, se había convertido en un fenómeno viral. Los comentarios se acumulaban a una velocidad vertiginosa, una avalancha de elogios, teorías y debates apasionados sobre la trama y los personajes. Su bandeja de entrada estaba inundada de mensajes de lectores entusiasmados, pidiendo más, exigiendo una continuación.

La página de estadísticas de la novela mostraba cifras que superaban cualquier expectativa. Miles de lecturas, cientos de comentarios, compartida en innumerables redes sociales. Yuta se desplazó por la lista de las historias más populares de "Pluma de Fuego", y allí estaba, en el top 10, codeándose con autores consagrados, escritores que admiraba desde hacía años. Una sonrisa de incredulidad se dibujó en su rostro. Lo había conseguido. Había alcanzado la fama de la noche a la mañana. La IA había cumplido su promesa.

Pero en medio de la euforia, una punzada de culpa le atravesó el pecho. Recordó la forma en que había obtenido ese éxito, el atajo que había tomado, la mentira que se escondía tras la máscara de la fama. El peso del secreto comenzó a sentirse como una losa sobre sus hombros. ¿Cuánto tiempo podría mantener la farsa? ¿Qué pasaría cuando la verdad saliera a la luz? La alegría inicial se desvaneció, reemplazada por una inquietud que no podía ignorar. El éxito había llegado, pero a un precio que aún no estaba seguro de poder pagar.

La euforia por la repentina fama se vio interrumpida por una nueva notificación, esta vez más impactante que las anteriores. Era una invitación, o mejor dicho, una *convocatoria* a un evento especial dedicado enteramente a su novela. Un evento *grande*, organizado por "Pluma de Fuego", con la promesa de entrevistas, firmas de libros y la oportunidad de conocer a sus lectores. La invitación lo tomó por sorpresa. No se sentía preparado para tal nivel de exposición, para el escrutinio público, para las preguntas que inevitablemente surgirían sobre su proceso creativo. Un escalofrío de pánico recorrió su cuerpo. ¿Qué iba a decir? ¿Cómo iba a sostener la mentira frente a una multitud expectante?

Sin embargo, antes de que la duda pudiera paralizarlo por completo, un impulso irreflexivo lo llevó a aceptar la propuesta. Casi sin pensarlo, pulsó el botón de "Confirmar". Segundos después, recibió el pase digital para el evento. La fecha y la hora brillaban en la pantalla: viernes a las 5 PM. El viernes. Faltaban solo dos días.

Yuta dejó caer el teléfono sobre la cama y se recostó a su lado, abrumado por la magnitud de la situación. Era famoso. Su nombre resonaba en la comunidad literaria online. Y todo gracias a una mentira. La idea lo atormentaba. ¿Qué pasaría si alguien descubría la verdad? ¿Si la IA, de alguna manera, lo delataba? La imagen de su reputación hecha añicos, el escarnio público, la pérdida de todo lo que había conseguido, lo perseguía como una sombra amenazante.

El resto del día lo pasó sumido en un torbellino de pensamientos. Necesitaba una coartada, una historia convincente que explicara cómo había creado una novela tan compleja y fascinante. Intentó recordar los detalles de la trama, los nombres de los personajes, los giros argumentales. Pero la historia, aunque la había leído con avidez, le resultaba ajena, como si perteneciera a otro mundo. Se forzó a imaginar escenarios, a inventar anécdotas sobre su proceso creativo, a construir una mentira que pareciera real. Buscó inspiración en sus propias experiencias, en sus sueños, en sus miedos. Intentó tejer una red de engaños que lo protegiera de la verdad, una verdad que amenazaba con destruirlo todo. El tiempo se agotaba. El viernes se acercaba inexorablemente, y con él, la prueba de fuego que pondría a prueba su capacidad para mantener la farsa.