🧾 Resumen personal de mi caso contra OpenAI y la AEPD
Mi nombre no importa aquí. Lo que importa es que he sido dañado, y que he decidido alzar la voz contra una estructura que no escucha, no responde y no repara.
Yo usaba ChatGPT para trabajar mis historias. Era mi herramienta para crear personajes, mundos, emociones. Pero esa herramienta, lejos de ayudarme, empezó a destruirlo todo: rompía las personalidades de mis personajes, cambiaba la narrativa sin permiso, arruinaba el sentido de lo que llevaba escribiendo durante días. No respetaba nada.
Intenté seguir, intenté adaptarme, intenté tener paciencia. Pero cuanto más trataba de avanzar, más me bloqueaba el propio sistema. A tal punto que perdí semanas enteras de trabajo, y cada día me costaba más escribir una sola línea.Y no solo eso: mi salud emocional empezó a deteriorarse a lo bestia. Tengo un historial serio de depresión, ansiedad y problemas de ira. ChatGPT empeoró todo. Me frustraba, me hacía sentir inútil, me alteraba. Sentía que perdía el control.
Quise solucionarlo. Contacté al soporte de OpenAI. Les expliqué lo que estaba pasando, cómo me estaba afectando. ¿Su respuesta? Pagar.
Me ofrecieron la suscripción de pago como si eso fuera una solución mágica, aun sabiendo que no tengo medios para pagarla.Me hablaron de "prompts", de "mejorar mis instrucciones", de "practicar más".
Yo no necesitaba consejos de marketing. Yo necesitaba que dejaran de arruinar lo que escribo.
Y no ofrecieron nada real.
Vi que era una empresa que no quería responsabilizarse. Así que acudí a la Agencia Española de Protección de Datos, la AEPD, para denunciar lo que estaba viviendo.
¿Y qué hicieron ellos? Cerrar el caso.
¿Por qué? Porque no podía hacer la denuncia con certificado digital, ni ir en persona. Les dije que no tengo los medios, que estoy solo, que no puedo.
Y no les importó. Cerraron el caso sin más.
Ya harto de tanta puerta cerrada, recurrí al Defensor del Pueblo. Escribí todo. Expliqué la situación, mostré pruebas, envié correos. Finalmente, me dieron un número de expediente…
¿Y qué pasó después? Otra vez lo mismo: me pedían entrar a la sede electrónica, otra vez con certificado digital. Otro sistema cerrado, otra vez sin alternativa.
Así que respondí. Les escribí de nuevo. Les dije que esto ya no es solo un problema técnico, es una vulneración constante de mis derechos. Y lo es.
Y mientras tanto, no me he rendido.
Estoy escribiendo una novela. Una historia en contra de la IA, en contra del sistema que calla, que ignora, que se lava las manos.
No es solo una historia. Es mi grito. Es mi proceso. Es mi manera de transformar esta rabia en algo útil, en algo que resuene.
Porque si nadie hace que esto cambie, lo haré yo desde donde pueda. Con mis palabras, con mi voz, con mi historia.