Abandono y sangre

"Quiero vivir 100,000 años"

Capítulo 1: Abandono y sangre

—Lo siento, hicimos lo que pudimos.

¿Así es como moriré? ¿en este lugar?

Eran mis últimos momentos en el hospital, me encontraba dando mi último aliento cuando de la nada todo se volvió oscuro.

¿Es esta la muerte?

Lo primero que vi al despertar fue a un hombre cargándome mientras corría. Espera, espera, ¿desde cuándo soy tan ligero?

—¡Tú suéltame!

¿Mi voz no sale? ¿mis brazos eran tan cortos?

Luego de pensarlo por un tiempo pude aceptarlo, creo que he renacido en un bebé.

—Hemos llegado.

¿Eh? ¿se detuvo? ¿me está poniendo en el suelo? ¡espera, no me dejes aquí! no puedes dejar a un bebé en medio del bosque.

—Señor, espero que crezca sano y fuerte, usted es nuestra última esperanza.

¿Cómo voy a sobrevivir si me dejás aquí? no me dejas más opciones, voy a llorar.

—Crac-crac-crac.

¿Qué fue eso?

Susurró mientras ponía su mano en la empuñadura de su espada.

—Señor, no haga ningún ruido, lo protegeré.

¿Qué fue ese sonido? Más importante, ¿por qué este loco tiene una espada?

De entre las sombras surgió una figura encapuchada, sus ojos ocultos por la oscuridad.

El hombre desenvainó su espada con un movimiento rápido.

—¿Quién eres?

La figura se fue revelando poco a poco, iluminada por la luz de la luna.

¿Una mujer? Más importante, ¿qué es lo que lleva allí?

Entre lo que llevaba sobresalía algo que cargaba en brazos. Los ojos del hombre se suavizaron al ver lo que llevaba.

—Ah, ese era el caso. Estamos en una situación similar. Puedes dejarlo allí al lado —dijo mientras señalaba al suelo.

—Graci-

Interrumpió el hombre.

—Mientras menos interactuemos, mejor será para ambos.

—Sí… —respondió la mujer misteriosa.

La mujer se agachó y puso algo a mi lado. ¿qué será? Ya que lo estuvo tratando con mucho cuidado, debe ser algo valioso.

—Wah, wah, wah.

Wah, wah, wah.

Luego de parpadear, mi vista no cambiaba.

¡Valioso mi cul*! ¡Es un bebé! ¡Un bebé! ¿Es una costumbre abandonar a los bebés cuando nacen aquí? ¿Por qué tuve que renacer?

El hombre y la mujer extraña se acercaron a nosotros.

El hombre se postró y gritó.

—¡Señor, lo diré otra vez, espero que crezca sano y fuerte!

¿Está llorando? sé que me están abandonando, pero es un poco exagerado.

La mujer se arrodilló lentamente y susurró.

—Joven amo, discúlpeme por abandonarlo aquí.

Ves, si hubiera podido elegir, hubiera preferido ser abandonado por una persona menos escandalosa.

—Ya es hora, debemos separar nuestros caminos, olvida que nos encontramos señorita.

—Entiendo…

¿Qué pasa? ¿Se están yendo? ¡no me abandonen! ¿en serio se fueron? ¿Dios? ¿Buda? ya no quiero estar aquí. Este mundo está lleno de locos.

****

—Sal, ya sé que estás ahí.

....

—Sí no quieres salir por tú cuenta, tendré que hacerte salir.

Desde arriba de un árbol se mostró una silueta envuelta en blanco, blandía un arma de acero y cadena que parecía parte espada, parte látigo.

—Jajajajaja, ¡como se esperaba del que se rumorea es el mejor asesino del mundo!

No pensé que me encontraría con uno de los perros del emperador, debo tratar con él rápido.

—Mi título es inmerecido, al emperador le vendría mejor.

El envuelto en blanco respondió y mordió sus labios dejando caer gotas de sangre de su boca.

—No nombres al emperador en tu sucia boca…

El hombre desenfundó su espada lentamente mientras miraba al cielo.

—Vete y te perdonaré la vida.

—¿En serio?

—No.

El hombre dio un salto poniéndose a la misma altura que el envuelto en blanco. Estaba preparado para acabar todo con un solo golpe.

Sus miradas se encontraron en el aire.

Pensó el envuelto en blanco.

¿Es tonto? este ataque es demasiado simple, puedo evitarlo muy fácilmente.

Simplemente dando un paso hacía atrá…

Sus pensamientos fueron detenidos por un viento fuerte que venía de su espalda.

Se volteó.

¿Cuándo pasó esto?

El hombre extraño se burló.

—Esquiva esto sí es que puedes.

Una daga cubierta con un color carmesí se dirigía hacía él.

¿Qué es esa energía tan escalofriante?

¡Maldición! Sí no me das más opciones no me queda otra que ir de frente.

Se abalanzaron entre sí haciendo sonar el sonido del hierro, luego hubo un silencio.

Bastardo solo fanfarronea… ¿eh? ¿estaba mirando al cielo? no siento mi cuerpo ya veo… así que perdí.

Su cabeza ensangrentada rodaba ensuciando el pasto.

—No debiste venir solo, tu arrogancia te llevó a tu final.

Aunque yo no soy muy diferente.

El hombre se tambaleó lentamente hasta que finalmente cayó al suelo.

Lo único de lo que me arrepiento fue de no haber podido cumplir mi promesa.

—Perdóneme… Señor.

****

—Wah, wah, wah.

Ah, eres tú, mi compañero. Fue un placer mientras duró, creo que moriremos devorados por un oso o de hambre.

Crac-crac-crac.

¿Qué es eso…? Bueno ya no importa… tengo sueño, mis párpados se cierran solos.

—¿Son dos bebés? ¿Qué hacen aquí?