CAPÍTULO 23

La respiración de Daniel se entrecortó cuando las palabras del camarero atravesaron su confianza como una cuchilla. Su agarre en el tenedor se tensó, sus nudillos volviéndose blancos mientras se forzaba a mantener una expresión neutral.

Serenidad, sentada a su lado, se movió inquieta.

La suficiencia que había estado en su rostro momentos antes había desaparecido por completo.

Entonces ella lanzó una mirada a Daniel, como esperando que respondiera, pero por tercera vez, él se quedó sin palabras.

Raymond, por otro lado, permaneció sereno, sus dedos golpeando ligeramente contra su copa. Sus ojos brillaban con algo ilegible mientras observaba a Daniel luchar por procesar la información.

En ese momento Daniel finalmente logró soltar una risa, aunque sonaba hueca.

—¿Qué estás diciendo? —se volvió hacia el camarero—. Pedí el artículo más caro del menú. El más caro. ¿Me estás diciendo que esta comida está más allá de eso?