CAPÍTULO 22

El aire en la mesa estaba cargado de tensión no expresada mientras el camarero se acercaba, colocando el elegante menú encuadernado en piel frente a Daniel.

Daniel, todavía conmocionado, lo agarró rápidamente, desesperado por recuperar aunque fuera un poco de su compostura.

Si no podía hablar para salir de esta humillación, quizás el dinero podría.

Se aclaró la garganta, fingiendo confianza mientras hojeaba casualmente las páginas.

—La cena corre por mi cuenta —anunció de nuevo, forzando una sonrisa burlona—. Llamémoslo una... celebración.

Valentina no respondió, simplemente lo observaba con una expresión indescifrable.

Serenidad, todavía luchando por ocultar su incredulidad, asintió rápidamente.

—¡Sí, por supuesto! Es lo mínimo que podemos hacer —añadió, con una voz que carecía de su habitual dureza.

Daniel, ansioso por desviar la atención de su error anterior, revisó el menú hasta que sus ojos se posaron en el plato más caro disponible.