CAPÍTULO 41

Al escuchar lo que Victoria acababa de decir.

El estómago de Valentina se revolvió.

Sabía exactamente lo que Victoria estaba tratando de hacer.

Si se disculpaba, sería grabado, publicado, tergiversado. El mundo la vería destrozada, humillada.

«Nunca».

Se negó a darle esa satisfacción a Victoria.

Sus labios se apretaron en una línea firme, su mandíbula tensándose mientras miraba hacia otro lado.

La sonrisa burlona de Victoria vaciló ligeramente ante la falta de reacción. Sus dedos se crisparon contra su teléfono.

Quería más. Necesitaba ver a Valentina quebrarse.

Pero Valentina no le estaba dando nada.

Edward, molesto por el silencio persistente, exhaló bruscamente. Su paciencia se estaba agotando.

—Basta de tonterías.

Se volvió hacia el oficial que estaba en la puerta.

—Llévala a una celda. Ahora.

Valentina ni se inmutó.

Inmediatamente Victoria sonrió.

—Oh, esto se pone cada vez mejor.

Edward continuó, con voz afilada.