CAPÍTULO 38

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En ese momento, la expresión de Valentina permaneció indescifrable, pero en el fondo, una lenta y ardiente ira se estaba gestando dentro de ella. Lo sabía. Había sabido todo el tiempo que Victoria estaba detrás de esto. El arresto repentino, la humillación, la venganza mezquina—todo apestaba a ella.

Sin embargo, se negó a darle a Victoria la satisfacción de una reacción.

Victoria, sin embargo, estaba disfrutando del momento, su voz aguda y triunfante mientras continuaba:

—Te lo dije, Valentina, ¡te lo advertí! Pero tenías que actuar toda altiva y poderosa, ¿no?

En ese momento sus ojos brillaron con crueldad, sus labios curvándose en una sonrisa burlona.

—Mírate ahora —hizo un gesto hacia la forma restringida de Valentina—. Atrapada. Indefensa. Impotente.

Inclinó ligeramente la cabeza, fingiendo reflexionar, y luego dejó escapar un suspiro dramático.

—Espero que hayas aprendido tu lección. Quizás la próxima vez, sabrás que es mejor no desafiarme.