CAPÍTULO 39

Dio un lento paso hacia adelante, sus tacones resonando contra el suelo, saboreando cada momento de la humillación de Valentina.

—Actuabas toda altiva y poderosa, pero al final, eres como cualquier otro mendigo —inclinó la cabeza burlonamente, su sonrisa ensanchándose—. Callada. Derrotada. Impotente, eso es lo que eres ahora.

Dejó escapar una risa satisfecha, sacudiendo la cabeza con falsa lástima.

—Honestamente, esperaba más pelea de tu parte.

Edward cruzó los brazos, observando a Valentina atentamente.

—¿Nada que decir? —se burló.

—¿No hay respuestas ingeniosas esta vez?

Valentina respiró profundamente, sus uñas clavándose en su palma. No iba a darles lo que querían—no se quebraría. No frente a ellos.

Pero mientras permanecía allí en silencio, sabía una cosa con certeza—esto no había terminado.

En ese momento Victoria se inclinó aún más cerca, sus ojos brillando con deleite malicioso.