CAPÍTULO 64

La sala ya estaba zumbando con murmullos, pero Demian no había terminado de humillar a Raymond.

Dio otro paso adelante, su sonrisa burlona haciéndose más afilada, sus ojos brillando con victoria.

—¿Este fue tu plan desde el principio, no es así? —Su voz goteaba burla—. Patético.

Inmediatamente, jadeos y murmullos se arremolinaron entre la multitud, la marea cambiando rápidamente a favor de Demian.

Un hombre desde la esquina se rio, sacudiendo la cabeza.

—Honestamente, no puedo creer esto. ¿Realmente pensó que este pequeño truco funcionaría?

Otro se unió, riendo.

—Tal vez se olvidó de las reglas. Aunque, pensándolo bien —el hombre se burló—, ¿cómo podría un pobre siquiera conocerlas? ¡Hay que ser rico para saber que tales cosas existen!

Estalló la risa.

La gente susurraba, sacudiendo la cabeza, con ojos llenos de burla.

—Un tonto.

—Un fraude.

—Qué vergüenza.

Alguien más se mofó, lo suficientemente alto para que todos oyeran.