Su expresión permaneció indescifrable, pero había una autoridad inconfundible en su voz cuando dijo:
—Soy Valentina Raymond, la nueva directora de Sterling Design.
Sin embargo, no extendió su mano para saludar, ni ofreció ninguna cortesía innecesaria. En cambio, tomó asiento con gracia, cruzando una pierna sobre la otra, su mirada penetrante nunca abandonando a Crawford.
La habitación se sentía cargada de tensión mientras Crawford la miraba fijamente, su expresión inicialmente indescifrable, pero sus ojos contenían un destello de algo—desdén, leve diversión, incluso desprecio. La forma en que se reclinaba en su silla, con los brazos descansando perezosamente sobre los reposabrazos, dejaba claro que se veía a sí mismo como alguien superior en esta conversación.
«¿Quién es esta niñita actuando con tanta prepotencia?» Sus ojos la escrutaban, evaluándola, como si intentara determinar si valía la pena su tiempo o era solo otra joven jugando a ser jefa.