CAPÍTULO 105

Entonces Valentina se reclinó en su silla, cruzando las piernas mientras fijaba la mirada en Crawford sentado frente a ella. Su expresión permanecía indescifrable, pero su voz era afilada, precisa.

—En primer lugar —comenzó de nuevo, con un tono que no dejaba lugar a discusión—, usted no es el director de Sterling Design. No dicta cómo opera esta empresa, ni decide el tipo de riesgos que deberíamos o no deberíamos tomar.

Observó cómo se tensaba la mandíbula de él, pero no dijo nada.

—En segundo lugar —continuó—, basándome en todo lo que acaba de decir, me queda bastante claro que incluso usted es consciente de su propia culpa—ya sea que lo admita abiertamente o no. El hecho de que sienta la necesidad de justificar, explicar y desestimar estas acusaciones me dice que sabe que tienen peso. Y si tienen peso, habrá consecuencias.

Valentina se inclinó ligeramente hacia adelante, con las manos entrelazadas sobre la mesa.