CAPÍTULO 98

Sin embargo, María apenas tuvo tiempo de asentir antes de que él se lanzara a una diatriba total, caminando por la habitación como un loco.

—¡Que alguien me diga qué está pasando! ¡Díganme, porque yo... creo que estoy perdiendo la cabeza! —agitó los brazos salvajemente.

—¿No es este el mismo Raymond que parecía pertenecer a una tubería de desagüe hace apenas unos días? ¿El mismo hombre que estaba recogiendo migajas como una rata hambrienta? Y ahora... AHORA... ¡¿está ahí fuera comprando coches que valen tres millones de dólares?!

Se detuvo abruptamente, agarrando los hombros de María, sacudiéndola ligeramente.

—¡María! ¡MARÍA! ¿Bebiste algo extraño hoy? ¿Te golpeaste la cabeza? ¿Estás segura de que no estás teniendo un sueño febril? ¡Porque lo que estás diciendo no tiene sentido!

En ese momento María apartó sus manos, poniendo los ojos en blanco.

—¡LO VI CON MIS PROPIOS OJOS! ¿Estás sordo? ¿Acaso Chloe no te informó?